Ella ha salido a por provisiones y ahora me toca a mí aburrirme. Es lo mínimo que puedo hacer por Sara después de todas las horas muertas que ha pasado esperándome estos días. Me siento como un león esperando a que vuelva su hembra de cazar un antílope en oferta.
También es verdad que no sé abrir ese cerrojo extraño que ha colocado en la puerta. Además, me ha escondido el móvil, ha roto el cable del teléfono fijo y me ha colocado en el cuello uno de esos dispositivos para educación canina que dan descargas eléctricas cuando los perros ladran. Estoy secuestrado, tengo que aceptar las precauciones, aunque mi palabra hubiera bastado.
No es que el éxito de la Copa del Mundo me preocupe ahora. El fútbol es un deporte corrupto en todos sus niveles, pero si por algo deseo que salga todo bien es por preservar la ilusión de los niños. Su generación necesita un Naranjito, aunque la mascota de este año, un dátil con turbante llamado Sahir no ha sido muy acertada.
Comemos fruta, con manos y sin manos. Nos reímos. Le pregunto por la razón exacta de mi secuestro. Me dice que espere un poco, que ya lo descubriré. Nos entra la modorra y nos abandonamos a una plácida siesta. Todo está en paz. No sucede nada, absolutamente nada.
Es media-tarde y empezamos a desperezarnos. Alguien llama a la puerta.
Sara se incorpora como un
setter en estado de alerta, haciendo agitarse su mini-camisón. Se acerca a la puerta y pregunta. "Servicio de habitaciones", responde una voz con un claro deje extranjero. Ella se lo piensa. Si no quiere llamar la atención va a tener que abrir la puerta.
Sé diferenciar a primera vista a un empleado de limpieza de tres sicarios armados hasta los dientes. Y los que irrumpen en la habitación se parecen bastante a lo segundo. Gritan consignas en árabe, nos apuntan con sus fusiles de asalto. Reacciono tumbándome en el suelo, con las manos en la nuca y la cara hundida en la moqueta. Es el fin de nuestra aventura.
Mozah ha cumplido su amenaza y ha enviado a sus hombres. Se veía venir. Me atormento en el suelo hasta que me doy cuenta de que ya no se escuchan gritos. Levanto la mirada con mucho miedo y veo a los tres sicarios neutralizados, en cuclillas, mientras ella les apunta con uno de sus propios
kalashnikov. Vuelven a maldecir y
Sara les ordena callar de manera tajante, con una enérgica parrafada en árabe que me deja en shock. Pero... pero...
"Servicio secreto qatarí", me aclara en cuanto termina de atarles en círculo, con las espaldas pegadas como en las películas. Bloquea la puerta de nuevo. Sigo secuestrado por una especie de diosa sexual entrenada para matar, y ahora comparto cautiverio (que no
status, porque a mí ella me quiere) con tres asesinos árabes. No sé si hemos ido a mejor o a peor.
¡TOC TOC TOC! Llaman con energía a la puerta. ¿Otra vez? Me vuelvo a temer lo peor. Yo soy así, un apenao. Habla un hombre. "
Aniceto, abre la puerta por favor". Reconozco ese inglés de acento indefinido. Aviso a
Sara: "Ata a este también que es muy pesado". La belleza espectacular que abre la puerta deja a
Jess Van Elst desconcertado. Cuando le retuerce el brazo y le hace caer de rodillas es todavía mejor. "
Sr. Martínez, haga algo", me dice. "Él no está al mando, quédese quieto y mantenga la boca cerrada" responde ella en perfecto inglés. ¿¿También habla inglés??. Coloca al holandés junto a los qataríes.
En otra parte de la habitación hacemos un curioso montón con armas de fuego, cuchillos, localizadores, móviles y walkie talkies.
- Hablas inglés - le digo.
- Sí, parece que sí - contesta y sonríe.
- Pero entonces, en el harén...
- Fingía. Pensamos que era la mejor forma de que me encontrara contigo. Es una cuestión de estadística que fue estudiada arduamente - responde como si nada.
- ¿Estudiada?
- Mi misión es neutralizarte - afirma y mi corazón se rompe en pedazos.
- ¿Y quién te ha dado esa misión?
- Todo a su debido tiempo, cariño...
Como me quedo un poco alicaído me propone sexo salvaje. Pero no, estoy demasiado aturdido por la confesión. Y además, no puedo hacerlo con toda esa gente mirando.
El agente de la U.E.F.A. explica que le han enviado aquí para meter las narices en mi investigación. "¿Quién fue? ¿lo sabes? sí, yo creo lo sabes pero no me lo quieres decir, ¿los Emiratos Árabes Unidos? han sido ellos ¿verdad?". Le meto unos slips (limpios) en la boca para que se calle.
Alguien vuelve a llamar delicadamente a la puerta. El mismo sobresalto y la misma pregunta. "Mantenimiento del hotel, creo que su teléfono no funciona". Abrimos y entra un operario orondo con patillas. "Por lo visto ha subido ahora un guiri de esos y os querían avisar por teléfono y... ah mira, es ese guiri de allí, el pelirrojo amordazado". Es tan amable que entiende en seguida lo del secuestro, se deja atar las manos y promete no molestar.
Veinte minutos tarda en volver a escucharse la puerta. Ahora es la recepcionista del hotel que viene buscando al de mantenimiento, que ha salido hace un buen rato y todavía no ha vuelto. "A mí si me podéis atar a una silla... es que tengo la espalda delicada". La habitación está cada vez más llena y yo sigo sin saber a qué demonios esperamos.
El secuestro se va relajando y se transforma en una animada tertulia. Estoy pensando en quién será el siguiente en llamar a la puerta y, ¡zas! vuelve a sonar. "Doctorrrr
Aniceto", se escucha una voz con acento alemán, "necesito contarrrle algo muy imporrrtante".
Sara, de forma rutinaria, abre la puerta y reduce al recién llegado.
Es un señor bajito, con frente amplia y barba cana. Su aspecto me resulta familiar, pero no caigo. El alemán se muestra más impresionado por la cantidad de gente que hay en la habitación que por el secuestro en sí. "¿Alguno de ustedes es
Aniceto Marrrrtínez?", pregunta sin poder disimular su curiosidad. Doy un paso al frente y me presento.
- Ustedes están buscando a quiénes hicierron aquellas marcas, ¿no es verrrdad? - miro a
Sara, pidiendo autorización para conversar. Ella asiente y se acerca a nosotros con bastante curiosidad.
- ¿Y usted lo sabe? - pregunta la chica.
- Eso eso, ¿sabe algo? - añado yo.
Llevaba días intentando decírmelo. Utilizó dos señuelos. Él era
Rudi Völler y también
Jurgen Klinsmann.
- Son los únicos nombrrrres de futbolistas que me sé - confiesa - y como usted es de ese mundo loco del balompié...
- ¿Y entonces tú cómo te llamas?
- Mi nombre es
Lothar. Pero a lo mejorrr me reconoce por mis apellidos:
Lothar Jiménez del Oso.
Nos explica que su padre tuvo un idilio veraniego con una turista teutona. Su padre era una estrella de la televisión y su madre una jovencita impresionable. El resultado fue él.
Explico a la concurrencia en dos idiomas que el
Dr.Jiménez del Oso era una eminencia en temas de misterio y parapsicología.
- ¿Como
Iker Jiménez? - pregunta la recepcionista.
- Exacto - se adelanta a contestar
Lothar. - Hay muchos estudios que demuestrrrran que el 89% de los que se apellidan Jiménez tienen poderres.
Trato de reconducir el tema. ¿Quién había hecho esas marcas?. Me pide que saque una fotos de su riñonera. En una de ellas está escrito con rotulador rojo: Perú. Aparecen marcas idénticas a las encontradas en Doha y en Tardienta. En la siguiente foto lo mismo, esta vez en un campo de cultivo de Tanzania.
- ¿Y esto qué significa? - pregunto.
- Alienígenas - responde rápido el hispano-alemán. - Extraterrrestrres, hombrrrres de las estrrrellas, marrrcianitos verrdes... llámelo usted como quierra.
- ¡No puede ser! - grita la recepcionista - ¡Vamos a morir todos!.
Sara corta el histerismo general a base de bofetadas con la mano abierta.
- Hay que difundirrrlo lo antes posible, no hay tiempo que perrrderrr - insiste
Lothar Jiménez del Oso con su voz ronca e inquietante.
- Es una teoría francamente interesante - tercia nuestra secuestradora - pero no podemos hacer nada de momento. Sólo quedarnos aquí y esperar.
Miro las fotografías con detalle. Hay también dibujos e inscripciones que parecen muy muy antiguas. ¿Puede tener algo de razón este chiflado o es todo una paja mental?. ¡TOC TOC! La puerta otra vez. ¡No dejan ni pensar en paz!. ¿Será por fin el
Godot que estamos esperando?.
Por lo visto no: "Abran ahora mismo! ¡Guardia Civil!". Lo que nos faltaba.
La maniobra, no por repetitiva, deja de ser fascinante. Los Guardia Civiles, atados, siguen siendo bastante faltones y llegan a inventarse palabrotas nuevas como comprobamos. "Agentes, no me sean infantiles, que de momento el secuestro está siendo muy tranquilo", intento que comprendan que son los últimos en llegar y que no pueden pretender acaparar toda la atención.
- ¡Eh! ¿tú no eres la chica desnuda que detuvimos hace un año y se escapó por arte de magia? - dice uno de los guardias, el de menos bigote.
Sara no le hace ni caso. Nos mira a todos (a mí mucho más) y nos desvela que está a punto de pasar algo importante. Coloca a los atados mirando a la tele, luego nos acomoda a los demás, y enciende el receptor.
La realización en directo nos muestra el Khalifa International Stadium, engalanado como nunca. Va a empezar la ceremonia de inauguración de la Copa del Mundo de fútbol.
Pasan los minutos y uno de los guardias civiles se queja. "Joder, vaya mariconada". Está actuando
Ahmed Abdul, el
Elton John qatarí, mientras ondean las banderas de los países participantes. El locutor insiste en que es un canto a las paz y a la concordia de las naciones, pero el consenso general entre los que compartimos habitación es que es más bien un canto laxante. Un plano nos enseña el palco de autoridades donde veo al emir
Hamad Al-Thani y a sus esposas. Están
Blatter,
Platini,
Pelé y una retahíla incontable de reyes, presidentes y primeros ministros. Las inauguraciones de los mundiales de fútbol nunca son grandes espectáculos como las de los Juegos Olímpicos, pero es seguro que cuando comience el primer partido: Uruguay - Qatar, los ojos del mundo estarán posados en Doha.
Ya están los jugadores en el campo. Suena el himno uruguayo, pero la megafonía comienza a fallar hasta terminar distorsionándose por completo. Desde la televisión puede escucharse el murmullo del estadio. Algo sucede porque el murmullo se transforma en griterío. El realizador busca cámara a cámara de dónde proviene esa emoción, hasta que identifica algo en el aire. ¿Puede ser...?
- ¡Un ogni! - dice el guardia civil más callado.
- Se dice ovni - le corrige la recepcionista.
- No, sería un ovni si fuera un objeto volante no identificado, y este está perfectamente identificado - aclara
Lothar Jiménez del Oso. - Es una nave espacial.
La nave no es como la ciencia ficción había imaginado. No es circular y elegante. Es como un enorme autobús inestable que inicia una penosa maniobra de aterrizaje en la que se clava en el césped del estadio y se arrastra en un largo frenazo. Tiene 8 luces débiles en la parte delantera. No hay duda de que "eso" fue lo que aterrizó también en Tardienta.
Asistimos con la boca abierta a la apertura de las compuertas. El mundo entero contiene la respiración.
Se despliega una escalera y lo que baja por allí se parece más a un catálogo de Mango que a un encuentro en la tercera fase. Son mujeres bellísimas, casi reconocibles. Son una versión mejorada de
Gisele Bundchen,
Scarlett Johansson,
Jessica Alba,
Sofia Vergara y
Norma Duval.
La cámara se detiene en el grupo. Los hombres del planeta no pierden detalle. Es un espectáculo hipnótico. Pero de repente se produce un chasquido en mi cerebro y giro la cabeza buscando a
Sara. Me guiña un ojo.
- ¡¡TÚ!! - me sobresalto - ¡eres una de ellas!
Se encoge de hombros y señala a la pantalla. La
Gisele Bundchen (con más
photoshop)
ha dado un paso al frente y va a decir algo. Es un momento histórico, pero yo sólo puedo pensar en mí mismo y en lo extraño que es todo.
Empieza un
speech en inglés que repetirá inmediatamente en todos y cada uno de los idiomas de la Tierra.
"Estimados terrícolas, llevamos siglos observándoles. Nos fascina su evolución tecnológica y artística, sobre todo cuando ambos conceptos se unen, como en los blogs. Nos gusta especialmente el de
Academia de Chimpancés, que intentamos leer siempre que tenemos tiempo. Pero si hemos decidido presentarnos ante el mundo, en este escenario y bajo esta forma concreta, es porque estamos muy decepcionados con algunos comportamientos que siguen sin solucionarse por muchas décadas que pasen.
Venimos a leeros la cartilla, machos de la especie, a deciros que así no se puede continuar. ¿Qué sois? ¿trogloditas?.Debería daros vergüenza, es un ultraje continuo que no vamos a consentir. Esto es un mensaje de advertencia y un castigo selectivo. Empezamos:"
En la habitación todos tragamos saliva.
"Problema nº1: Violencia contra la mujer, tanto física como moral. Ya vale de desprecio y de abuso. Estáis avisados". Apunta una especie de aspirador galáctico y ¡¡fiiiunnng!! desintegra al Emir de Qatar. Gran ovación.
"Problema nº2: Hombres heterosexuales que se hacen de rogar a la hora de practicar el
cunnilingus. Esto tiene que acabar ya. Estáis avisados". Dispara su aspirador de la muerte y desintegra a
Pelé. Murmullos de estupor en estadio.
"Problema nº3..."
Desgrana un manifiesto de 8 puntos y 8 víctimas que termina con una regañina planetaria:
"Que no os lo tenga que decir más veces ¿eh? Hartita me tenéis".
En el estadio qatarí hay caras compungidas. En nuestra habitación, uno de los guardias civiles hace pucheros. La recepcionista aplaude.
Las extraterrestres se montan en su nave y salen volando, no sin antes hacerle una abolladura al guardabarros contra una portería. Siento que a los hombres de la Tierra nos ha caído un rapapolvo merecido (en términos generales).
Todos miramos a
Sara con cara de ¿y ahora qué hacemos?. Ella, siempre digna y resuelta, libera a los atados y abre la puerta. Salgo tras ella. La quiero, qué más da que sea una alienígena. Nadie es perfecto.
El impacto televisivo ha sido tan fuerte que nadie se percata de que una mujer hermosísima se ha quitado toda la ropa y corre desnuda por el pueblo mientras un hombre enamorado la persigue.
Llegamos al campo de fútbol. La luna creciente baña su cuerpo magnífico y yo le suplico que me explique, que me abrace, que se quede.
La misma nave inestable, el mismo aterrizaje roturador y mi dulce
Sara está a punto de embarcarse en un viaje espacial. No sé, a veces las relaciones a distancia funcionan... Le pido el email, pero ella cree que es mejor dejar las cosas como están. "Tal vez el azar nos vuelva a juntar", dice. "No eres tú, soy yo", continúa.
Le pregunto si ha sentido algo por mí. Me responde que soy majo, y que el sexo humano le ha parecido entretenido y muy variado. Yo entiendo que soy el hombre de su vida y que le he follado como nunca le volverán a follar jamás.
La aeronave se pone en marcha.
Desaparece en la noche estrellada.
Caigo de rodillas, desgarrado por la pérdida.
¿Será el mundo un lugar mejor a partir de ahora?