
El murciélago hindú es un mamífero pelo-orejero, del orden de los vampiros inofensivos, dado a la meditación, al yoga de sofá y al tantraísmo. Esta clase de murciélago no es ciega, puede ver perfectamente la mayoría del tiempo, excepto en los ratos en que cierra los ojos o come de la hoja del cáñamo. Mantiene sin embargo su orientación mediante la emisión-recepción de sonidos de alta frecuencia. De esta forma caza en la oscuridad y sintoniza Radio Calcuta antes de dormir.
El veloz murciélago hindú come feliz cardillo y kiwi. Tras supervitaminarse y mineralizarse, dicen los biólogos consultados, es capaz de volar a más de 100 kms por hora, entonces el engendro alado (con perdón) abre la boca y deja que los mosquitos se estrellen contra el velo de su paladar. Una maniobra de caza fascinante, que debió de aprender leyendo durante las horas muertas, cuando sus amigos los ratones salían de marcha y a él le dejaban en la cueva colgado.
Es feo, no seré yo quien lo niegue. Tampoco negaré que, como el resto de murciélagos, es el único mamífero que vuela por sí mismo, sin valerse de artilugios ni de acantilados. Por eso al murciélago hindú no le gusta esa chorrada de Batman, el batmóvil, la baticueva o la batidora, aunque ha visto las 3 películas (sólo por criticarlas después, como todos nosotros).
Son de pelaje variopinto, tienen las uñas largas y no son de hibernar en pijama, son más de llevarlo todo a su ser, colgandero; les gusta la primavera pero son poco de playa, son de los de "yo aquí en mi cueva, con mi televisión por cable y el que quiera que venga".
Le gusta:
- Ese rato de pillar, a partir de las 4 de la mañana
- El paquete de aplicaciones Microsoft Office
- Que les baje la sangre a la cabeza
No le gusta:
- Las fotos con flash
- El ajo
- Las interferencias de los teléfonos móviles (bzzz bzzz... bzzzzzzz...)