
Esta azafata del Un Dos Tres (todos en pie, por favor) con nombre de dictador norcoreano hizo escala en nuestros televisores para terminar aterrizando en nuestros corazones. Venía de California. Casi nada. Era de América del Norte, donde se baila music-hall aunque no quieras, a poco que alguien marque el ritmo con la cucharilla al desayunar.
Las azafatas solían durar una o dos temporadas, pero Kim se perpetuó en plan funcionaria, con oposición y todo. Su simpatía sin igual sólo era superada por sus bailongas aptitudes. Todo entraba en el duro temario que había preparado Chicho.
Las cosas se ven mejor en perspectiva. Ahora es fácil darse cuenta de que Kim era el fantasma de la crisis por venir. Porque las hay que viajan desde el futuro a presumir de lejía y las hay que se proponen un sutil mensaje subliminal.
¿Lo digo?
Kim hablaba raro.
Hala, ya lo he dicho.
Antes de que Michael Robinson se hiciera popular con su acento y su castellano estancado, teníamos a Kim. Ella fue la primera persona famosa que vi a la que no se le entendía bien del todo. Rara avis en tiempo de locutores de voz en frecuencia modulada.
Se puede triunfar, pensamos, sin conjugar bien los verbos, sin entender al 100% lo que nos dicen, sin los conceptos básicos.
De esos polvos vienen los lodos actuales.
Con lo bonito que hubiera sido que nos hubiéramos empapado de este otro mensaje menos obvio. Ese que dice que para hablar un idioma que no es el nuestro es necesario desparpajo, voluntad y un espíritu alegre. Nosotros que somos tan ceporros con el inglés porque nos da vergüenza hablarlo mal, porque nos reímos de nuestro acento los unos de los otros. En lugar de enfocarnos en lo importante nos anclamos en la chorrada, en el lastre, en lo secundario.
Y así nos va.
Somos un país de zotes que no quieren hablar ni escribir bien su idioma.
Pero somos tan cabrones y destructivos que tampoco hemos conseguido aprender a hablar inglés con la confianza suficiente para emigrar.
Kim vino a advertirnos. Nosotros le miramos las piernas.
Ah sí, y le dimos un papel en "Manos a la obra" años después.