Luego dicen que el nombre no es importante. ¿Iba a pegar las mismas hostias como ensaimadas de tres kilos ese fornido boxeador si se llamara Johnny Smith? No. Las pega porque se llama
Evander Holyfield, o porque se llama
Mike Tyson, o porque se llama
Rocky Marciano, o porque se llama
Lenox Lewis.
Así es la cosa.
Si es un peso medio se llamará
Jake LaMotta (el inolvidable "Toro Salvaje"). Si es un peso ligero necesita un nombre diferente, qué tal
Pernell Whitaker (el que le ganó a ese ídolo patrio de nombre apropiado:
Poli Díaz).
Lo queramos o no hay nombres que acarrean un destino, un poder y una responsabilidad.
No es casualidad (creo) que el hombre más rápido del mundo se llame
Usain Bolt. En su día lo fue
Asafa Powell (nombre de velocista total), también
Carl Lewis, ¿y os acordáis de
Frankie Fredericks? ¿correríais más o menos si os llamarais Frankie Fredericks?.
Quién podía desafiar a la velocista
Cathy Freeman en Sidney 2000. Nadie. ¿Cómo puede alguien aspirar a ganar a una atleta que se llama Cathy Freeman? eso es imposible (aunque te llames
Lorraine Graham y seas del mismo Jamaica).
Del tenis recuerdo algunos casos.
Martina Navratilova empezaba a intimidar con su nombre checoslovaco. El mismo origen tenía
Ivan Lendl, archirrival de
John McEnroe. Dos nombres impresionantes, una competencia de leyenda. Si te llamas
Lindsay Davenport te dan una raqueta a los 5 años, no tienes elección. ¿Cómo no iba a convertirse en un tenista rocoso como un duro detective sueco alguien llamado
Mats Wilander?.
En el baloncesto hay truco. Porque hay nombres que sólo se le ponen al niño si es grande, si va a ser alto. Son los llamados: "nombres de pívot".
Ejemplos:
Steve Trumbo,
Brad Branson,
Anicet Lavodrama,
Tanoka Beard,
Joe Pinone o
Wallace Bryant. Son nombres que indican claramente lo que hay.
Igual que es difícil que no llegues a la selección italiana de basket si te llamas
Walter Magnifico. Hay un imperativo del nombre propio contra el que, reflexiono, no puede lucharse.
En el fútbol el nombre lo es todo. Por eso en el país del fútbol por antonomasia, en Brasil, se ponen apodos:
Pelé,
Kaká,
Didí,
Zico...
En algunos casos los nombres son una especie de extraña dinastía sin familia:
Ronaldo,
Ronaldinho y
Cristiano Ronaldo... no sé, algo tiene que haber.
Un líbero excelso puede tener muchos nombres, ninguno mejor que el de
Franz Beckenbauer. Los futbolistas de antes se llamaban
Di Stéfano o
Kubala, que son nombres de tener calidad y algún michelín. Que me expliquen a mí si es posible que un tío que se llame
Eric Cantona,
Marco Van Basten o
Enzo Francescoli no tenga clase para regalar. Todo está en el nombre, amigos.
Por cierto, al hilo del nombre profético, vaya pelazo tenía y sigue teniendo
Fabio Capello.
Si te llamas
Ayrton Senna estás predestinado a ser un mito del automovilismo. Si te llamas
Randy Mamola, cómo no vas a ser piloto de motos, el asfalto te llama. Le cogiste un poco de miedo al agua en el primer curso de natación que hiciste, pero te llamas
Matt Biondi,
Ian Thorpe o
Michael Phelps, deja de chapotear y tómatelo en serio.
Jonah Lomu tiene nombre de locomotora de rugby,
Jonny Wilkinson o
Neil Jenkins tienen el nombre afilado de un medio apertura, pateador de precisión. Repito, no son opciones.
Acabo con el ciclismo, los esforzados jornaleros de la gloria. Los americanos siempre han sabido traerse a Europa a tipos con nombre intimidante:
Greg Lemond o
Lance Armstrong. Luego al que pillaron fue a
Floyd Landis (un nombre demasiado flojo debieron pensar los de la agencia antidopaje y así empezaron a sosprechar).
De entre todos los uzbecos de Uzbekistán, ¿quién iba a acabar triunfando en el deporte?. Estaba predestinado desde el registro el famoso esprínter
Djamolidine Abdoujaparov.
Lees
Francesco Moser y ya ves a un tipo de rosa pedaleando fino. Gente rápida como
Sean Kelly, como
Eddy Planckaert, como
Jean Paul Van Poppel. O nombres de ciclistas aguerridos como
Frank Vanderborucke,
Thierry Claveyrolat o
Marino Lejarreta, que se ganaban el respeto del pelotón desde el control de firmas.
Eres un campeón de golf, con tus remilgos, tu caballerosidad, tu flema... y llega
Tiger Woods y te barre del mapa. Estaba cantado, tíos.
Cuando tenga un hijo le llamaré Tiger (pronúnciese "Taiguer").
Ese blogger sí que llegará lejos.
El ángel del Señor le anunció a María. Y no le dijo: "ponedle el nombre que queráis". No, insistió en un nombre en concreto. Yaveh lo tenía muy claro. Ah, y lo primero que le cambian a un nuevo papa es el nombre, antes que el look o el desodorante.
¿Se os ocurre algún otro nombre de deportista que lleve el éxito implícito?. Decidlo ahora que se ha abierto la caja de los retruécanos o callad para siempre.
.