Academia de Chimpancés (con peluca)

Tras un verano marcado (en parte) por la victoria en el mundial, por el "Iniesta de mi vida", dejamos a un lado partidos de solteros contra casados, bolos, supercopas y demás sucedáneos para que empiece lo bueno. La liga de fútbol ya está aquí, mirándonos con cara insinuante, decodificador de TDT con ranura.

¿Cómo? ¿Que dije que nunca más iba a hablar de fútbol en la Academia?. Pues ahora que recuerdo, es verdad. Empezaré de otro modo.

Desde el principio, la Academia de Chimpancés, ha tratado de crear nuevas secciones que amenizaran las antilecciones de cada día. ¿Os acordáis de lo bien que funcionó al principio lo del Cineclub? Pues ya hemos firmado una nueva temporada que empezará mañana. ¿Os acordáis de los Animales Acojonantes? ¿y de las Mujeres que me traumatizaron? Si es que al final nos lo acabamos pasando bien.
Cada lunes se apaga una estrella en la blogosfera.


(Por cierto, el dibujo es de Efe Morningstar, sacado de su incalificable (en plan bien) blogazo)
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Empezó el partido y dejaron de hacerme caso.

Así me pagó el maldito fútbol todos mis años de hincha, toda mi dedicación y entrega.
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Admiro a la gente que se duerme instantáneamente, como si tuvieran un botón de Off. A mí la vigilia pre-sueño sólo me ha dado ideas insensatas que apunto en el móvil y deshecho al día siguiente. Ignoro qué gen me falta y por qué siempre tardo en dormirme un rato, más o menos largo en función de mi nivel de excitación mental (estos días altísimo).

El remedio de contar ovejas siempre me pareció algo forzado. Leo donde Maikelnai que no, que contar ovejas no sirve de nada. Parece ser que algunos investigadores del sueño sostienen que si uno piensa en una escena relajante, tumbado en una playa, con el arrullo del mar, la brisa y el sol, los efectos son muchísimo mejores.

Pues yo les digo a esos investigadores del sueño que no estoy de acuerdo. Si pienso en esa imagen idílica, la playa, el sol, no me duermo, se me recrudece el insomnio. Será por la envidia y la mala virgen que me entra de pronto.


Mañana en Academia de Verano: un surfista es mordido por un tiburón en Australia y los robos en los hogares aumentan en vacaciones.
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Esto... ¿era aquí? ¿escribo en este cuadrado blanco y le doy a PUBLICAR ENTRADA? Ok, entiendo. Sí, yo antes hacía esto.

Me encantaría decir que he pasado estos últimos días de vacaciones en unas islas paradisíacas, de Castilla-La Mancha por ejemplo, o encamado con la gripe. Y no, ha sido mucho mejor que eso. No he escrito en el blog porque todo el tiempo libre que he tenido en la última semana lo he dedicado a escribir. Venga, darle fuerte a la paradoja.

Uno no controla los arrebatos de inspiración, más bien son ellos los que me controlan a mí. Ya sé que os debo fidelidad eterna por los momentos que me hacéis pasar desde hace más de 4 años, lo tengo muy presente. Cuando las cosas van regular siempre se agradece tener a alguien que te lee escribir sobre cualquier otra cosa, son capas que se superponen a la vida y le dan más significado. Os quiero, pero cuando el arrebato llega no se salva nadie, ni siquiera yo.
Compaginar el trabajo con escribir a destajo (la rima me inspira) obliga a dormir 5 o 6 horas, pero merece la pena. De momento no quiero contar nada de este libro, por superstición y para sentirlo sólo mío. En cuando lo tenga encarrilado os explicaré muchas más cosas, incluso os diré el título (decidido al 99,9%).

De una forma un poco vaga os he ido explicando estos últimos meses que mi vida ha cambiado. Vale, sí, estoy metido hasta las rodillas en el fango, pero me he propuesto volver a ser creativo, volver a emprender, volver a arriesgar. Si funciona diré orgulloso que hacía falta estar al límite para dar el paso. Y, la verdad, eso me restará bastante mérito.
Si fracaso no diré nada. Me quedaré disfrutándolo interiormente, no compartiré ni la cáscara.

Mi pobre experiencia literaria me dice que las situaciones límite, que los reveses, la mala uva, la decepción, son el principal material con el que se escribe... la comedia. Al menos mi cerebro los destila así. No significa que si me esfuerzo mucho no pueda ser gracioso cuando navego con el viento a favor. Lo que quiero decir es que a ese humor le faltará alma, humanismo, oscuridad.

Seguiremos informando, camaradas.
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Dejar atrás los festejos, la segunda quincena de agosto y su vacío existencial, el reblandecimiento irreversible de mis meninges... todo me tiene ciertamente descolocado (y no hay dobles sentidos).

Es complicado compaginar el ambiente festivo de las calles de Huesca con mi trabajo. A menudo pienso que invento ambas cosas.
A propósito, menudo verbo "compaginar" ¿verdad?, a mi me evoca muchas cosas.

Voy recuperando la voz que perdí anteayer. Lo decía en nuestra página de Facebook (por favor, no entréis, no merece la pena), la afonía es el nuevo bronceado, en vez de presumir de sol se presume de noche.

El caso es que se perpetró todo: el cohete, los litros de cerveza, la euforia pegajosa, los encuentros esperados, los inesperados... esa explosión controlada, imprescindible, que es el día 9 de agosto en mi humilde ciudad-pueblo. Sé de buena tinta que muchos no comprendéis claramente a qué tipo de locura me estoy refiriendo, pero comprendéis mi desbarajuste vital.
Hablando de todo un poco, qué hermoso vocablo "desbarajuste", que viene del verbo "barahustar" que significa confundir, trastornar.

Trastornado sigo. Esta noche volveré a asomarme a ver qué se cuece. Comprendedme, no es que me haya olvidado de vosotros (que también), es que paso el día tejiendo un tapiz y las noches destejiéndolo.
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Se nos viene encima el San Lorenzo como una apisonadora y, claro, entre el deja-vu alcohólico y la nostalgia del lodo se balancea nuestro cerebro acartonado.

Las fiestas de San Lorenzo (o "los sanlorenzos" que diría uno de esos cheposos entrañables) sacuden Huesconsin cada agosto, del 9 al 15, condensan toda la locura de la que somos capaces (que es mucha).
El tópico dice que la ciudad "se tiñe de blanco y verde", pero yo pienso que es al contrario, la ciudad tiene su color auténtico y el resto del año se degrada por la grisácea rutina. Pase lo que pase este año me tocará trabajar (yo solito con mis nuevos proyectos), así que salvo la hecatombe inevitable del primer día tendré que moderarme.

Ese día 9, esos primeros instantes laurentinos, son difíciles de explicar. Son un ritual purificador, una de las pocas grandes felicidades, honestas y locas, que se permite la ciudad.
En el 2006 lo contábamos así: Ascoholismo

A veces me da por pensar que el día 9 de agosto sigue una línea temporal diferente al día a día. Digamos que del 8 de agosto se pasa inmediatamente al 10. Y los 9 de agosto se encadenan uno tras otro en una dimensión paralela.
En el 2007 hicimos la reseña lo mejor que pudimos: Sangría fría

Sinceramente, os invito a que vengáis algún año al inicio de las fiestas laurentinas, a esta mañana-tarde-noche de buen rollo universal.
En 2008 tuvimos visita y se lo pasó en grande: Postales del tío Matt

Los nervios de la noche anterior son como los de la noche de Reyes.
Lo explicamos el año pasado: En capilla

Si no lo vas a leer ¿para qué lo voy a escribir?
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¿Qué les pasa a estos hombres?


¿Incómodos por algo tal vez?


¿Azorados?


¿Intentando no mirar?


¿Deseando que se les trague la tierra?

Ah, vale. Ya entiendo.

Es el Emperador, que se ha puesto romántico.

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Cariño, ¿qué tal te ha ido hoy en el trabajo?

- Bien, muy bien. Sólo me he desmayado una vez.
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Da gusto cuando a los profetas les da por sonreír todo el tiempo.
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