El
Profesor Williams le recibe en una habitación indefinida, a medio camino entre una biblioteca y un laboratorio. Huele a incienso. También a humo, como esos jardines en los que se quema controladamente un montón de hojas secas. Es alto, señorial. Usa una chaqueta de tweed con coderas y consulta su reloj de bolsillo, como si comprobara que
Aniceto ha llegado a la hora. Y sin embargo no podía tener ni idea de que él iba a ir a visitarle. Es imposible a no ser que...
Aniceto se empieza a poner nervioso.
Mr. Williams, con engolado ademán inglés sonríe y le invita a pasar a la habitación contigua.
Aniceto piensa: "no, no vayas", pero sus pies no le obedecen. Se ve de pronto en una cueva lúgubre mientras su anfitrión enciende una a una las velas. "Cinco velas", dice, "por cada uno de los cinco chicos; y esta última... por la paz y el tormento eterno de tu propia alma". La puerta se cierra de golpe a espaldas de
Aniceto, que empieza a temblar. Se ve reflejado en un enorme cuchillo. La vista se le nubla, reprime una arcada, escucha palabras sueltas (la peor de todas: "eunuco"). Quiere huir pero no puede mover los pies porque dos enormes serpientes le agarran... Grita y su voz falla. Intenta gritar más fuerte...
San Clemente, California, 6 de noviembre de 2014
Da un grito desgarrador mientras despierta empapado en sudor. Sólo acierta a pensar "uffs" sueltos de alivio inconsciente. Toma la grabadora y recita los detalles que todavía recuerda de su pesadilla. Suele hacerlo a menudo, como un ejercicio creativo más.
Cuando sale de la ducha su corazón ha recuperado el compás habitual. Lo que no va a poder quitarse de encima es la desconfianza respecto al
Profesor Williams. Cuando alguien te jode en un sueño... no sé, conviene estar alerta un tiempo.
La Chapman University, de fachada señorial e inocente, es una de las más prestigiosas del estado.
Aniceto ha quedado allí con
Linda, que ha ido a la oficina de la policía científica. Cuando ella le avisa de que llega tarde decide que no va a quedarse de brazos cruzados. Pregunta por el
Profesor Williams y, una vez localizado en un aula del edificio de humanidades, espera a que le reciba. Con disimulo, pone en marcha la grabadora en el bolsillo de su chaqueta antes de darle la mano.
- Catedrático de historia antigua. Ajá.
- ¿Sí?
- Si me disculpa, profesor, hay algo que no comprendo... ¿la historia no es siempre antigua por definición?
- Ya... hombre... pero alguna parte de la historia es más antigua que otra.
- Sí, eso es indudable.
- Pues de eso se trata.
- Entonces tendría que ser usted catedrático de "historia más antigua". Historia antigua a secas no se entiende bien.
- Ya... buenos días... esto... ¿quién es usted?
Se presenta
Aniceto sin perder de vista a su interlocutor. Es un hombre decrépito, con ropa traída de otra época y raída por el camino. Barba cana, corta y descuidada, mirada aguda y mancha en su frente despejada. Es una especia de
Gorbachov flacucho que acabaran de encontrar en una isla desierta. No se le ve muy amenazador, pero tampoco es cuestión de bajar la guardia.
Aniceto inventa algunas quejas recibidas sobre actividades inusuales en el campus. El profesor se pone muy nervioso tratando de explicar que él busca escenarios interactivos, grupos pequeños y entornos extravagantes porque ayudaban a abrir la mente.
- Y en esas reuniones se recrean cultos paganos ¿me equivoco?
- No hay mejor forma de aprender - se excusa el profesor.
- Pero ustedes hacen sacrificios.
- Bueno, sí, hay días que nos quedamos sin cenar.
- No no, me refiero a sacrificios rituales de animales... e incluso... - levanta
Aniceto una ceja de manera teatral - sacrificos humanos.
- ¿Cómo? ¿qué dice usted?
- Lo que oye - fija
Aniceto sus ojos en los del profesor.
- Ha dicho antes que era de la seguridad de la universidad ¿no habrá sucedido algo?
Cuando llega la agente
Linda se desvela el pastel. Somos el FBI, basta de bromas. Hosco, el profesor evade las cuestiones directas. Hay que probar con las indirectas.
Aniceto mira a su alrededor y encuentra un extraño símbolo en una placa de metal, con un número 5 a su lado.
- ¿Qué es eso? - pregunta.
- Es un pentagrama invertido - sonríe el anciano como si fuera a hacer un chiste mil veces repetido - ¿y sabe por qué es un símbolo satánico? Porque está al revés - dice mientras le da la vuelta repetidas veces - Satánico, celestial, satánico, celestial, satánico... celestial.
"Deje de hacer el tonto con la plaquita" se impacienta
Linda. El
Profesor Williams se detiene obediente.
Linda toma las riendas del interrogatorio.
- ¿Conoce a...? - saca un papel de su portafolio y lo empieza a leer - ¿
Mike?, ¿
Helen?. ¿
Reginald?, ¿
Paul?, ¿
Brenda?
- Conozco a
Mike - hace memoria el profesor - a
Helen, claro, a
Paul, si es el
Paul que creo... y a
Brenda, la chica más inteligente y también la más tímida. Claro que sí. Esos cuatro siempre hacen las prácticas juntos. Pero entre mis alumnos no hay ningún
Reginald.
- ¿Seguro? - interviene
Aniceto por inercia y algo de aburrimiento.
- ¿No conoce a
Reggie "Piesligeros" Rice? 4.476 yardas como profesional, poca gente no lo conoce en Chapman.
- Ah sí, por supuesto,
Reggie, el ayudante del entrenador. Un gran tipo.
- Están muertos - dice con frialdad
Linda y los cuatro ojos del FBI se posan en el rostro descompuesto del
Profesor Williams.
- ¿Mu... muertos? - balbucea.
Aniceto no deja de pensar que ese hombre menudo oculta algo. Tal vez sea por el resquemor de su pesadilla mañanera, o porque el derrumbe del profesor resulta un tanto exagerado. O tal vez era verdad que la conexión con sus alumnos es muy especial. Y si lo es, piensa
Aniceto, sabrá responder a algo que le escama.
- ¿Y el quinto? ¿Quién era el quinto?
- ¿Qué quinto? - el anciano lleva tal soponcio que no rige.
- Ha dicho que trabajaban en grupos de cinco y ha reconocido a cuatro.
- El quinto... si la memoria no me falla se llama
Jim. El risueño
Jim Thompson.
Linda anota el nombre en su libreta, despreocupada.
Aniceto se queda de piedra. Él sí ha leído cosas sobre ese chico.
* Si decides compartir lo que sabes con Linda y pedírle que te cuente la nueva información que trae en su portafolio, vota COMPARTIR
* Si crees que no hay tiempo que perder y hay que conseguir una orden de detención contra Jimmy Thompson, vota DETENER
* Si decides no fiarte ni un pelo del profesor y seguir sus movimientos el resto de la mañana, vota SEGUIR
Puedes votar en los comentarios del
blog, en la página de
facebook o con una mención en
tuiter.
Entre todos los participantes se sorteará un regalo sorpresa. Sólo tienes que votar una única vez durante la semana y tendrás un número en la rifa.
16 comentarios:
Yo voto SEGUIR. Este profesor no es trigo limpio...
SEGUIR coño, que se nos está yendo de las manos esta aventura con la gente votando gilipolleces. Ya hemos perdido el sexo tórrido. A ver si tenemos algo de acción!!!
COMPARTIR. Es muy bonito compartir experiencias con los amigos, una buena comida, una barrica de cerveza... pues mucho más lo será compartir la información de la poli.
Seguir sin lugar a dudas...pa mi que el profesor sabe más de lo que cuenta, ;)
Arantxa
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SEGUIR!!
Seguir.
yo digo que quien pega primero pega dos veces: detener!
Yo también voto SEGUIR.
Voto por DETENER. Los arrestos con pruebas insuficientes siempre traen enojosos trámites burocráticos.
SEGUIR.
No seamos españoles en este tema, COMPARTIR
Rita Stoney
SEGUIR (sin ser visto)
Se acerca el desenlace y la penúltima decisión empieza a decantarse en las votaciones.
De todos modos quedan 5 horas de urnas abiertas.
* SEGUIR: 8 votos
* COMPARTIR: 4 votos
* DETENER: 2 votos
¡Que no decaiga!
Seguir, pero queremos sexo tórrido YA
Final. Contamos el último voto y ya tenemos elección:
* SEGUIR: 9 votos
COMPARTIR: 4 votos
DETENER: 2 votos
En breve en sus pantallas el penúltimo capítulo.
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