Pero si tiene el tacto en la mirada ¿qué hago? ¿me esfumo?
El rodillo de la pasión, su rodilla sobre la mía. Eso es exactamente el verano (incluso en febrero), verle regar las plantas mientras la penumbra le acaricia y la rendija de la persiana es su calidez al cuadrado. Aunque a veces no sé si esa imagen existe o la invento a base de golpearme contra una boca cerrada.
Si da un paso, si da otro, si da de beber a nuestras sonrisas siamesas, si me espera, si se viene, si me sueña, si le duele, si se pierde en el laberinto de un remanso de silencio, si se reencuentra en mi abismo, en el filo de la navaja, su mordedura bestial a las frutas desgajadas de la entrega, los muslos empapados en saliva, la compañía secreta, distante, no importan las palabras que se elijan, ni la ropa, ni la piel bajo sus uñas, ni nuestro penúltimo aliento.
En mi tímido delirio intuyo su arquitectura tensa, mi cuerpo de fanta limón se vuelve catástrofe en su boca de baileys.
¿A quién quiero engañar? Si se pone las braguitas que le regalé, le perdono.
5 comentarios:
¿Y si tiene la interesante mirada de las vacas?
Una vez más, me declaro fané de tus textos, HombreRe.
Lo del cuerpo de fanta de limón me ha encantado.
Aun recuerdo lo de la epidermis en cursiva...
Luisle, ¿mande?
Peibols, tú es que eres un romántico.
A la chica de la foto se le debe prohibir acostarse con hombres casados
Razón tienes, Alberto. ¿Cómo justificas luego esas marcas?
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