Casablanca -1942- Director:
Michael Curtiz
Reparto:
·
Humphrey Bogart (
Rick)
·
Ingrid Bergman (
Ilsa)
·
Paul Henreid (
Victor Laszlo)
·
Claude Rains
Guión:
Julius J. Epstein,
Philip G. Epstein,
Howard Koch y
Casey Robinson.
Música:
Max Steiner
Decía
Billy Wilder que "cada vez que volvermos a ver Casablanca lo hacemos por primera vez". Nos devuelve al arquetipo, a ese frágil atavismo ético que nos tranquiliza, que nos emociona, que nos recuerda que mientras queden héroes (aunque sean mezquinos, cotidianos, cínicos o vulnerables) quedará esperanza.
Ese es el germen de la fascinación que "Casablanca" despierta generación tras generación. Uno piensa que es capaz de vivir sin preguntas, que está de vuelta de todo, y entonces sucede algo, un recuerdo, un guerra o una canción, y está perdido de nuevo.
En los cumpleaños de nuestra infancia jugábamos a mezclar cocacola, naranjada, limonada, y cualquier otra cosa. Lo hacíamos aleatoriamente, con algo de diversión y un punto alquimista de gran lógica: si mezclas cosas buenas tiene que salir algo bueno. Si alguien probó el mejunje lo diría: asqueroso. En el cine pasa algo parecido, no es la mezcla sino la idea y la estructura quienes forjan las grandes historias. En "Casablanca" participaron cuatro guionistas entrelazados que reescribían el guión diariamente, los actores actuaban por instinto, sin saber a quién amaban en realidad... y sin embargo, por una de esas casualidades mágicas, a parte de la incoherencia o los tópicos (o quizás gracias a ellos), el cóctel resultó inolvidable (con un ganchito flotando).
Todo el mundo va a Rick's dice una voz, un oráculo. Y allí está
Rick (
Bogart superlativo), jugando al ajedrez sin contrincante, descreído, neutral (
¿cuál es su nacionalidad? - Borracho). El mundo se desmorona. Es el momento (
sospecho que bajo ese cínico caparazón es usted un sentimental) de decidirse.
No sólo "Casablanca" es contradictoria, también nuestros sueños lo son. Y como nos enseñó
Borges, los sueños compartidos existen; lo que pasa es que en lugar de sueños nos empeñamos en llamarlos "realidad".
4 comentarios:
Una peli tremenda. La he visto tres veces y la última me gustó tanto como la primera. Ingrid Bergman es preciosa.
...que tierno el detalle del ganchito flotando...
Me encanta el personaje de Claude Reins, el gendarme tan, tan cínico. Algunos de sus diálogos son absolutamente memorables.
En cualquier caso, en conjunto es MARAVILLOSA.
Siempre nos quedará Casablanca (al menos la película, no vayáis a la ciudad o moriréis de decepción)
Cierto, León, es una película sin fecha de caducidad.
Y no es posible imaginar otra Ilsa que no sea la Bergman.
Bio, el ganchito en el vaso de plástico es una metáfora de la belleza y la ternura sin plan. Gracias por apreciarlo.
Caracolico, incluso el cínico Renault tiene su corazoncito y arroja el "Vichy" a la basura.
Casablanca es un símbolo, ya no hay ciudad que pueda sostenerlo.
Publicar un comentario