The Lion King -1994- Director:
Rob Minkoff y
Roger Allers
Producción:
Don Hahn
Guión:
Irene Mecchi,
Jonathan Roberts,
Linda Woolverton
Música:
Elton John,
Hans Zimmer,
Lebo M.
El modelo infantil ha permitido a Disney todas las transgresiones posibles, desde el asesinato a traición de la mamá de
Bambi, hasta la zoofilia entre la
Bella y la
Bestia. Tenemos imágenes tremebundas como la metamorfosis de los niños malos en "
Pinocho", historias ambiguas como la de
Cenicienta y el afán ninfomaníaco de la caza del príncipe (dicen que no era el zapato lo que encajaba). La palma se la lleva "
Blancanieves", que en 83 minutos de celuloide se pasea por sentimientos tan gratificantes como el narcisismo, la envidia, la explotación infantil, el amor idiota, el estupro, la convivencia sospechosa, la escena de los besos en fila (precedente del gang bang), el machismo, el homicidio (con premeditación, alevosía y nocturnidad), la venganza, la necrofilia...
Agotado el filón de los "cuentos", la Disney se lanzó al más difícil todavía,
Shakespeare.
No soy nada original si digo que
Simba es el Príncipe
Hamlet, y
Mufasa el Rey (fantasma incluido).
Scar aúna la falta de escrúpulos de
Claudio con la ambición de
Macbeth (
sólo el crimen puede terminar lo que ha empezado el crimen);
Sarabi, el conformismo bobalicón de
Gertrudis.
Con un reparto estupendo lleno de actores desconocidos, y un mono, el viejo
Raifki, se dibuja una tragedia clásica, oscura, con momentos lúcidos e incluso divertidos. La música y la belleza de los exteriores nos acompañan al corazón de la sabana, donde el ciclo de la vida es el único dios.
Simba, como los héroes griegos, escapa y, sin saberlo, sólo transita el camino de vuelta que le hará encontrarse con su destino. En el mundo orgiástico del
Hakuna Matata, late su misión. Cuando la madurez le sorprende, al verse reflejado y reconocer en su rostro la grandeza de los rasgos de su padre, intuye su auténtico valor. La droga abre su percepción, incluso ve alucinaciones; el deseo es la forma
subliminal en que se manifiesta su potencia adulta. Como
Siddhartha, necesita los excesos para poder reconocer el camino de la sabiduría, la tercera vía entre el ascetismo y el desorden.
El mensaje monárquico es evidente. El poderoso rey, su autoridad, su magnanimidad, son el único medio para encontrar el equilibrio y, por qué no decirlo, la paz. Si encima habla con la voz de
Constantino Romero ya es la leche.
Todos somos
Timón y
Pumba, no somos una amenaza, aceptamos nuestra condición y nos conformamos ¿Qué león, por mucha hambre que pase, puede querer devorarnos? Eso sí, ojito con las hienas de los suburbios. Toma mensaje.
5 comentarios:
No quiero ni pensar las conclusiones a las que habrás llegado viendo los fraggle o David el gnomo...
Oye, pero tú de pequeño eras un niño normal no? Quiero decir, lloraste con Bambi y eso...
magistral...con post así una se retira de la escritura...reverencia...con abanico en el escote por si las moscas...
Me uno a Bio, recojo mi cola de pavo real (llena de plumas y plumones) y me reverencio a tus pies (y si estas falto de amor, a tus rodillas).
GranDIOSA recreación Disney,
Tremendo y yo pensando que era una historieta de animalitos...a ver si va a ser que nunca he entendido ninguna pelicula y no sólo Muholland drive...
Empanadilla, yo fui un niño regular, quizás demasiado curioso.
Descuida, algún día contaré lo que sé de David el gnomo.
Ni se te ocurra retirarte de la escritura, Bio, que yo te leo. Me alegro de que te guste. Fuera ese abanico!!
Peibols, ¿favores sexuales por una croniquilla? Si todas fueran tan fáciles como tú...
Gracias por los cumplidos MAESTRO.
Laurel, es una historia de animalitos, pero perversos. Yo sólo doy una interpretación. Confía en tu criterio, mucho más que en el mío.
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