Die Hard - 1988 - Director:
John McTiernan
Reparto:
·
Bruce Willis (
John McClane)
·
Bonnie Bedelia (
Holly)
·
Alan Rickman (
Hans Gruber)
·
Reginald VelJohnson
Guión:
Jeb Stuart y
Steven E. De Souza (adapando una novela de
Roderick Thorp)
Lo queramos o no, lo miremos desde el punto de vista que nos plazca, no hay nadie más duro y más macho que
John McClane. A saber qué hubiera sido de nosotros en los 90 sin la perestroika y este agente rebelde que sigue sus propias normas.
El vértigo y la claustrofobia de un edificio asaltado toman vida en este derroche de tiros y chascarrillos, con los colaboradores anónimos siendo el verdadero soporte del héroe (por cierto, el policía es el padre de "Cosas de casa"), no esos altos cargos y chupatintas que no saben lo que es la calle, que no tienen ni pajolera idea de lo que pasa.
John McClane no se rinde, analiza; no es un tarado tipo "Acorralado", se cansa, se caga en todo, sangra... y, aún así, cómo mata el tío macho.
No hay que negarle al bueno de
McClane (personaje a la medida de
Bruce Willis, y a la de su verdadera voz,
Ramón Langa) cierto gafe al estilo
Jessica Fletcher. Cada Navidad lo mismo. Hoy el edificio Nakatomi, mañana el aeropuerto y pasado la ciudad. Terroristas variopintos le ponen en su punto de mira, y él salva a la chica, salva al mundo, le pegan, le ponen perdido de sangre la camiseta interior, anda descalzo, se clava cristales, pasa frío, pasa calor, y todo de resaca, con almorranas, crisis de pareja, con la prensa dando mal... me gustaría ver a
Harry el Sucio o a
Jesús en la misma situación.
Al final los terroristas son bastante poco terroristas y sólo son ladrones sanguinarios. Se veía venir. Flojos. Corruptos. Mindundis ante la verdadera medida del Hombre (¿revenido?, nooo).
Recibiendo el VHS a puerta gayola nos avasallan 127 minutos de acción frenética, adrenalina a la americana, manufacturada por uno de los maestros del género,
John McTiernan. Que en la segunda parte muere más gente (exactamente 2 por minuto), de acuerdo. Que en la tercera corretean por todo Nueva York en la gymkana más rara que se recuerda, con
Samuel L. Jackson y
Jeremy Irons, perfecto. Pero la primera de la saga es como el primer sueldo, era poco y parecía mucho. Ahí empezó todo.
Ya se prepara la cuarta parte en la que imagino que
Bruce Willis lucirá tripa, nos salvará de otra conspiración, dirá sus tacos, correrá menos, pondrá la misma cara de siempre y punto. Lástima que mis padres no me dejan ir a verla.
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