Hablábamos hace poco de los valores del deporte, capaces de hacer florecer sentimientos que creíamos enterrados.
La historia de
Joannie Rochette es uno de esos ejemplos. Y ha sucedido ahora, junto a nosotros, en nuestro impasible imperio de quejidos y comodidad.
Lo cuenta perfectamente
Salvadior en su blog.
Esta patinadora canadiense de 24 años saltó a competir 48 horas después de la muerte de su madre, que se había desplazado a Vancouver a seguir su participación. Con una entereza sobrehumana decidió que el mejor homenaje lo daría en la pista. Fue uno de los momentos más emotivos que yo haya podido ver.
AQUÍ EL VÍDEO
Anoche volvía a asombrarnos en la final, manteniendo su tercera plaza y obteniendo medalla de bronce en un pabellón que se venía abajo, tras la congoja contenida, tras las lágrimas.
AQUÍ EL VÍDEO
Su historia me ha recordado a la del alemán
Matthias Steiner en Pekín 2008.
Su victoria contra pronóstico, su inspiración, su explosión de rabia, de orgullo, de dolor, de alegría...
La foto que sostiene en lo más alto del podium es la de su mujer
Susann, que el año anterior había muerto en un accidente de tráfico.
Me cagüen la leche puta. Ya me habéis puesto blandito otra vez.
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9 comentarios:
Jo, qué panzá de llorar me has dado de postre, tío.
Hay gente enorme.
Los deportitas de alta competición son de otra pasta... una actuación espectacular, me alegro por su medalla
Es difícil no emocionarse con las imágenes, Ra. Se va cargando el ambiente de esa emoción sorda. A mí también se me pusieron de corbata. Realmente impresionante.
Y que lo digas, Dina, la capacidad de concentración es increíble.
Sorda lo dirá usted, Reve... yo a la comentarista la hubiera matado :)
El amor, sin duda, saca la bestia que todos llevamos dentro.
:)
ay, qué momento Mimosín acabo de tener...
¿Por qué, Ra?
Yo a Paloma del Río le tengo mucha fe.
Cambridge, así es. Aunque no lo parezca, los buenos sentimientos son un combustible todavía más poderoso que la mala uva.
Nana Nicotina, por ablandarnos un poquillo, un día o una mañana, no nos va a pasar nada.
Y yo no estaba llorando ¿eh? sólo es el maldito viento, que se me ha metido algo en el ojo.
Porque retransmite el dolor de p-madre, por eso.
Eso sí, Ra. Su congoja es contagiosa.
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