viernes, febrero 26, 2010

Derritiendo el hielo


Hablábamos hace poco de los valores del deporte, capaces de hacer florecer sentimientos que creíamos enterrados.

La historia de Joannie Rochette es uno de esos ejemplos. Y ha sucedido ahora, junto a nosotros, en nuestro impasible imperio de quejidos y comodidad.
Lo cuenta perfectamente Salvadior en su blog.
Esta patinadora canadiense de 24 años saltó a competir 48 horas después de la muerte de su madre, que se había desplazado a Vancouver a seguir su participación. Con una entereza sobrehumana decidió que el mejor homenaje lo daría en la pista. Fue uno de los momentos más emotivos que yo haya podido ver.
AQUÍ EL VÍDEO

Anoche volvía a asombrarnos en la final, manteniendo su tercera plaza y obteniendo medalla de bronce en un pabellón que se venía abajo, tras la congoja contenida, tras las lágrimas.
AQUÍ EL VÍDEO


Su historia me ha recordado a la del alemán Matthias Steiner en Pekín 2008. Su victoria contra pronóstico, su inspiración, su explosión de rabia, de orgullo, de dolor, de alegría...


La foto que sostiene en lo más alto del podium es la de su mujer Susann, que el año anterior había muerto en un accidente de tráfico.

Me cagüen la leche puta. Ya me habéis puesto blandito otra vez.
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9 comentarios:

Ra dijo...

Jo, qué panzá de llorar me has dado de postre, tío.

Hay gente enorme.

Susana Navarro dijo...

Los deportitas de alta competición son de otra pasta... una actuación espectacular, me alegro por su medalla

HombreRevenido dijo...

Es difícil no emocionarse con las imágenes, Ra. Se va cargando el ambiente de esa emoción sorda. A mí también se me pusieron de corbata. Realmente impresionante.

Y que lo digas, Dina, la capacidad de concentración es increíble.

Ra dijo...

Sorda lo dirá usted, Reve... yo a la comentarista la hubiera matado :)

Cambridge dijo...

El amor, sin duda, saca la bestia que todos llevamos dentro.

Nana dijo...

:)

ay, qué momento Mimosín acabo de tener...

HombreRevenido dijo...

¿Por qué, Ra?
Yo a Paloma del Río le tengo mucha fe.

Cambridge, así es. Aunque no lo parezca, los buenos sentimientos son un combustible todavía más poderoso que la mala uva.

Nana Nicotina, por ablandarnos un poquillo, un día o una mañana, no nos va a pasar nada.
Y yo no estaba llorando ¿eh? sólo es el maldito viento, que se me ha metido algo en el ojo.

Ra dijo...

Porque retransmite el dolor de p-madre, por eso.

HombreRevenido dijo...

Eso sí, Ra. Su congoja es contagiosa.