Sé que la foto es terrible, pero os la recomiendo de todos modos. El blanco y negro le añade claroscuros, patetismo y elegantes pinceladas del cine clásico de terror.
Los 80 fueron un buen momento para las manadas (con N). La televisión nos ofecía especies gregarias, grupales: los gremlins, los electroduendes, los ewoks, las azafatas del 123, el consejo de ministros o las "chicas Hermida".
Ellas fueron elegidas para una misión que ríete tú de los Ángeles de Charlie. Se trataba de entretener al populacho (marujil en un 80%, insersuno el resto) con un magasín (bella palabra) mañanero.
Jesús Hermida era el que llevaba los pantalones y tocó la tecla exacta. Ellas eran jóvenes atractivas para los jubilados y simpáticas mujeres de mediana edad para las marujas. Obsérvese la dicotomía maquiavélica.
Eran complacientes, inocentes, sonrientes y otros tantos "entes" similares. Yernas ideales, compañeras de la clase de bordado, madres enrolladas, todo en uno. Es tan genial que no puede ser casualidad.
Irma Soriano,
Nieves Herrero,
Consuelo Berlanga,
María Teresa Campos,
Miriam Díaz Aroca, entre otras, componían el harén catódico (con D). Luego triunfaron cada una a su manera, demostrando que lo rancio nos pone.
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7 comentarios:
Es que es muy fuerte porque no soporto a ninguna!!
Aunque de pequeña adoraba a Miriam Díaz Aroca, para no faltar a la verdad.
Es dos palabras: IM PRESIONANTE
Raza Becaria, esos son los grandes milagros de la televisión (sobre todo en la era anterior a internet). Lo que ayer era caviar hoy es desperdicio. Ley de vida.
Hay que decir que algunas, como Nieves Herrero o María Teresa Campos, llegaron a tener una influencia popular entre odiosa e indecente.
Espartaco, asín fue.
Los 80 no fueron fáciles para nadie. Y ahora se empiezan a ver las secuelas irreversibles.
Terrorífico!!! salieron del mismo sitio, tiene un aire a los gremlins...
Cardo, incluso los gremlins, antes de la metamorfosis, eran criaturas con encanto.
Una vez me crucé con Nieves Herrero y me dijo, agitando su mechada melela: ¡suerte!... no me dió tiempo a preguntarle, suerte ¿para qué? Moriré con la incógnita.
Iza, menuda vivencia la tuya. Estoy impresionado, en serio. No me negarás que ese momento marcó tu vida.
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