Es lunes, hace frío, y aprovechando que me acompañáis aquí junto a la lumbre os tengo que confesar una cosa. No soporto a
Dalí. Es un pintor hueco, vacío, un decorador de interiores que no ha aportado nada a la historia del arte.
Y por cierto, no se llama
Eugenio, eso fue un juego de palabras de
José María Cano. Cada vez quedan menos genios y menos lámparas. Aunque no hace falta ser
un-genio para darse cuenta.
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