Recuerdo cuando aquel predicador me liaba la cabeza para que lanzara el "Nevermind" a la hoguera.
Entonces, fue entonces, comprendí que había nacido para las grandes empresas, que estaba llamado a ser un gran líder. En el último momento conseguí convencer al resto de niños y lanzamos al predicador al fuego.
Luego les grabé a los que quisieron el longplay en una cinta de cassette (¡de cromo!). Y al que no quiso también.
Fue la primera revolución del grunge.
Seguramente.
O fue la primera o fue la segunda.
Si eso no es un Nirvana se le tiene que parecer mucho.
Los 12 miembros del jurado me absolvieron de la acusación de incitación al homicidio.
Al final buscaron un resquicio legal, como hicieron con
Al Capone, y me condenaron por vulnerar los derechos de autor, como le pasó a
Jesús.
Bah, no importa. Les perdono.
He pasado mis mejores años en la cárcel pero ¿y lo que nos reímos?.
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2 comentarios:
Que fuerte
Espartaco, los 90 no fueron fáciles para nadie.
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