La principal y última razón por la que
Dios no eligió a España como pueblo elegido tiene que ver con el lenguaje. Y no me refiero a nuestra propensión a la blasfemia, que también.
Sería muy jodido llamarse
Yaveh, ser ubicuo, omniscente, y tener que presentarse con miedo ante un grupo de españoles (sean de la época que sean). Sobre todo porque empezarían a hacer chistes, burlas, juegos de palabras insufribles: "he perdido lah llaveh", por ejemplo. O ante la alocución atronadora (zarza ardiendo mediante): "¡Soy
Yaveh!", el español medio, el profeta potencial, el patriarca carca, respondería con el chascarrillo natural: "pues ya-veh tú lo que me importa".
Tenemos un handicap allí, es normal que no pasáramos ni el primer examen de la oposición.
El hebreo, por ejemplo, es un idioma mucho mejor preparado para los tratos con el altísimo.
Aparece el Padre, el Sumo Hacedor, ¿y qué le dices?.
"Hola, buenas tardes". No, no son formas.
El hebreo antiguo evitó a los judíos algunas tribulaciones. Por ejemplo, ¿le hablo de tú? a fin de cuentas estamos hechos a imagen y semejanza. ¿O mejor le llamo de usted? porque un estornudo suyo es un diluvio, y un berrinche momentáneo el fin del mundo.
El hebreo antiguo carecía de esas dos opciones; por lo tanto, el pastor judío se ahorraba esa duda, crecía su autoconfianza.
Pero claro, el idioma del pueblo elegido ha de ser el que use
Dios en sus conversaciones. El hebreo antiguo suena tajante, autoritario, despectivo con cariño. Es ideal para conversaciones cortas, sin adornos. El Génesis ya es prolijo en genealogías y trapisondas para añadirle además conversaciones agotadoras y matices de pronunciación. Y luego cualquiera se atreve a hacer después la película. A lo peor querías hacer un
peplum bíblico y te salía un drama costumbrista en la guerra civil.
Hoy en día sigue habiendo cabalistas que piensan que si
Yaveh dictó la Biblia (con lo fácil que hubiera sido mandarla en PDF), lo que significa que cada palabra, cada frase, cada combinación de letras y caracteres esconde el trazo de una sabiduría infinita, carecen de casualidad, poseen un significado secreto, un mapa del tiempo y del universo.
Imaginemos esa misma Biblia escrita originalmente en castellano llano. Imposible. La cábala se perdería en los dobles sentidos, en el "qué habrá querido decir con esto", en el mosqueo constante, en el "qué se habrá creído". Cada español habría creado una religión distinta a partir del mismo libro sagrado. En vez del pueblo elegido seríamos el "pueblo que tocó en una tómbola" y la tierra prometida sería la tierra de "ya-vehremos".
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