



Es como el tropezón ese que nos damos a veces antes de dormir, que nos despierta con la sensación de caer al vacío. Lo llaman "mioclonía del adormecimiento".
O como cuando nos preguntaba nuestra madre "dónde has estado" y le respondíamos: "por ahí".
A veces, la simple sospecha de que seáis tan tontos y previsibles como yo me aterra.
.
2 comentarios:
Aterrado me he quedado yo con la mioclonía esa ¿por qué esta asquerosa manía de ponerle nombre a todo?
Ojal-a, para los judíos, el nombre secreto de Dios no podía pronunciarse. Para los egipcios, Ra debía parte de su poder a uno de sus nombres, que nadie conocía.
Ponerle un nombre a las cosas significa reconocerlas, simular de alguna forma que se entienden, también poseerlas. Es una de las ingenuidades de nuestra tediosa civilización.
Que cada uno le ponga a la mioclonía del adormecimiento el nombre que prefiera.
Yo elijo: "abismo interior". Un fenómenos más metafísico que muscular.
Publicar un comentario