Querido sobrino
Gobo,
aunque parezcan despreocupadas y salvajes, las extrañas criaturas tienen también un lado espiritual. Durante el invierno, a pesar del frío y el viento, hacen peregrinaciones a la montaña, como nosotros los fraggel. La principal diferencia es que nuestro oráculo, la montaña de basura, es individual, y ellos tienen montañas enormes de uso compartido, cubiertas de una sustancia blanca e inútil.
El ritual sencillo, a priori, consiste en subir la montaña y bajarla, una y otra vez, con la tenacidad de un curry. Vestidos con vivos colores se les ve recorrer la ladera como un hormiguero (de ahí, supongo, el nombre del santuario).
Se valen de unas cuerdas que les suben y un equilibrio perfectamente entrenado para deslizarse por la porquería.
El espectáculo al llegar era, ciertamente, estimulante. Opté por enfocar la situación con serenidad y valoré las posibilidades: quedarme mirando extasiado o participar por mí mismo. Mi cualidad innata de aventurero me llevó a tomar la peligrosa segunda vía.
Al principio pensé que se trataba de una cuestión de fe. Yo no conseguía deslizarme como las extrañas criaturas, al contrario, me hundía en esa sustancia blanca y fría. Luego observé que había un truco ingeniosísimo, una tablas para los pies. Metí los pies en unos zapatos en los que creí perderlos para siempre y luego uní cada zapato a una de esas tablas. No mejoró demasiado. Me deslizaba sin control, y cuando conseguía mantenerme erguido era todavía peor, cogía velocidad y caía embadurnándome de porquería. Esas dificultades no se apreciaban en la distancia, como normalmente ocurre.
Lo comprendí entonces. Al igual que la montaña de basura, ese lugar de peregrinación de las extrañas criaturas enseñaba a ver claramente el interior de uno mismo. La vida no es cómoda, es un tropezón y después otro, y luego, cuando parece que aprendes, otro tropezón.
Ahora que ya lo he interiorizado no necesito más moraduras ni más contrariedades. Continuaré la reflexión en eso que llaman "spa".
Un abrazo de tu tío el viajero
Matt
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2 comentarios:
jejeje Genial! Sencillamente genial!
Y cuántos recuerdos me traen los frageel...
Un saludo.
Gracias, Rosalía.
Los Fraguel eran lo mejor de lo mejor. Normal que nos traigan tantos sentimientos positivos.
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