A principios de este año conocimos la historia de
Donald Peters. Este antiguo trabajador de una fábrica de sombreros (me quito el ídem ante ese trabajo) se acercó al
7-Eleven y jugó un boleto de la
Lotto.
Realizaba el mismo ritual cada semana; la tradición duraba 20 años, como uno de esos vicios que el tiempo, la probabilidad y la vejez declaran insensato, pero que nadie se atreve a abandonar, no vaya a ser que...
Qué cara pondríais si algún demonio os dijera, al comprar un billete de lotería (el momento de ilusión máxima) que será agraciado con un premio de 10 millones de dólares. Bueno, pues
Donald no pudo saberlo, ni al comprarlo, ni cuando realmente lo ganó, porque el mismo día del sorteo murió de un infarto.
Ya veis, no hace falta que sea viernes 13 para que se propague la mala suerte. Aunque es una fatalidad relativa, porque viene seguida de un golpe de suerte inverosímil. ¿Es buena o mala suerte que el universo junte la buena y la mala suerte?
Yo creo que no es casual que todo sea casual.
Aprendamos la lección. En toda debacle está escrita, veladamente, la recuperación. Todo éxito prefigura un devastador fracaso.
El amor y el desamor. La vida y la muerte. Son caras de la misma moneda. En el fondo, muy en el fondo, no deseamos una vida al arbitrio de unos dados trucados. Eso no tendría ni mérito ni diversión.
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4 comentarios:
Reve man, vaya ajko de afoto....
jo, ni siquiera puedo comentar....
Tony Tornado, ajquete, sí, pero era una metáfora de las monedas que a veces lanzamos, con dos cruces, serpientes de dos cabezas. Ya se sabe que a veces la metáforas dan miedo, grima o pena.
Vi la foto y me a acorde de la vieja peli , " el hombre con dos cabezas " creo que trabajaba Ray Millan
Ni con dos cabezas nos arreglaríamos tú y yo, Alberto.
Menos mal que tenemos una, y bien avenida.
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