Sí, realmente se llamaba
Diana, pero su nombre anglosajón se dilataba en nuestra boca igual que la suya engullía ratones enteros, con un dominio muy meritorio del juego de garganta.
Vale que era comandante de una de las más espeluznantes invasiones alienígenas de la historia, pero qué más da.
Es verdad que era una lagarta, no diré que no. Nadie es perfecto.
Apretábamos fuerte el bocadillo de nocilla cuando aparecía en la pantalla, aterrados y extrañamente convulsos. Ella, con ese uniforme rojo, pecaminoso, incitante. Ella. Su frialdad nos daba calor, su maldad nos enternecía, su pupila vertical nos hipnotizaba.
Alguien que se come un mamífero peludo y después, ondeando su pelo azabache con un sincopado movimiento de hombros, esboza una sonrisa como la suya, de satisfacción morbosa... tiene que ser, por fuerza, inolvidable.
.
5 comentarios:
Yo era más de Lydia. Que era rubia, claro.
Peibols, la rubia también tenía lo suyo, pero apareció en la segunda temporada y yo entonces ya sólo tenía ojos (y pegatinas de la TeleIndiscreta) para Dayana.
Y qué me dices de esa sensual voz "metálica" sintetizada para parecer un humano, porque claro ella era una lagarta. Aunque pensándolo bien todas las humanas son unas lagartas. (Ya verás ahora el colectivo feminista como me pone...)
Diego, antes "lagarta" era un insulto. Ahora nadie se ofendería por eso.
Yo estoy encantada de ser lagarta. Mi tía trabajaba en teleindiscreta y yo traficaba con pegatinas de V en el patio del colegio.
Publicar un comentario