Primero intenté imaginar una explosión atómica. Después pensé en una película de 8 milímetros que se quema con la lámpara del proyector. La sobreexposición a ese calor intenso origina el fogonazo que se extiende y volatiliza la imagen en un segundo.
Así le sucede a mi vida perfecta cuando, accidentalmente, recuerdo el roce perdido de tu piel.
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Ni que decir tiene que en la etiqueta: Manualidades, encontraréis mucho más sobre el tema.
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