La sonrisa del niño, el estupor de la madre. Sólo a mí, a la tía jipi, podía ocurrírsele convertir una piña en un pastel de cumpleaños. Con sus velas, sus bengalas, sus sombrillitas.
Mi sobrino lo dijo: es la mejor fiesta del mundo.
Ahora, a posteriori, puedo decir que esa declaración me salvó de un interrogatorio más a fondo. Nadie ha podido reunir nunca pruebas sólidas y definitivas que aclaren cómo pudo extraviarse la enorme tarta de chocolate.
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2 comentarios:
..Y ese granito de chocolate que le ha salido en la nariz a que se debe?
Arriba las manos!!!!
Si me arrestan, Orleans, confesaré e iréis todos detras.
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