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Si nuestra mente fuera tan simple para comprenderla, seríamos tan estúpidos que no podríamos comprenderla.
Hoy en día todo es sencillo, simple, un eslogan, una palabra, un concepto, un gesto. Y no, atención, no es así, la vida es compleja, la mente es compleja, la felicidad es un enigma.
Menos mal que nos quedan algunos isomorfismos que nos acercan al disfrute insano de la complejidad sin ofender a la inteligencia. El libro de Douglas R. Hofstadter, "Gödel, Escher, Bach: un eterno y grácil bucle" (publicado por primera vez en 1979, ganador del Premio Pulitzer), reduce a 920 páginas esta experiencia.
Mientras leía esta obra inigualable, hace varios años, tomaba apuntes. No sabía que algún día podría utilizar esos apuntes en un blog (ni siquiera sabía lo que era eso). El caso es que ha pasado el tiempo y aquí estoy, escribiendo un post sobre el libro, pero sin los apuntes, porque no los encuentro. ¿Os había dicho que soy un mono?.
Autorreferencia, zen, pensamiento artificial, holismo, reduccionismo, música, arte, juegos de palabras, matemáticas, genética, filología, sentido del humor, rompecabezas, forma y fondo, filosofía amena, clara, lúdica.
¿Puede un sistema comprenderse a sí mismo?
Aquí, ahora, para evitar responder a la pregunta incluiría un extracto del libro, os dejaría con el culo torcido pensando ¿qué habrá querido decir con todo esto?. Pero como he perdido las notas sólo puedo recomendaros esta obra maestra (disponible en cualquier biblioteca que se precie).
No todo va a ser quejarse de que es lunes. A veces se puede fingir que se sabe algo de algo. O al menos contemplar con asombro.
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