Vaya por delante que yo debería haber ido al Viña Rock, como el año pasado. Y no andar pensando en la nueva decoración de mi nueva habitación. Y menos trabajando, válgame Dios.
El caso es que hoy era un día electromagnético, mi piel pa dentro, los ojos pa fuera, el corazón garrapiñado, no sabía cómo hacerlo, cómo encontrar el camino, yo, el guía ciego, la marmota y el red bull, el emperador del milímetro, de las distancias cortas y de las frases largas, cómo volver a ser el canalla de recortable, el que se acerca y te pregunta, ¿qué te hace diferente? ¿eh?. Y se me ha ocurrido de golpe, eureka, exactamente lo que ya sabía.
Mucho más tarde he vuelto a salir a la calle, despreocupado, y al mirar el móvil, ¡carámbanos!, tenía dos mensajes. He leído uno y cuándo he querido leer el segundo ya no estaba. Una puta señal, lo sé. Vaya usted a saber de qué. Las pastorcillas ven a la Virgen. El cordero con piel de lobo, ve un SMS fantasma. Se me ocurre una explicación, pero prefiero no decirla.
Soy auténtico, como un tachón; enfangado como tus púas en el barro sésamo; cálido y fuerte como un whisky de malta (de España-Malta); soy absolutamente inaccesible, por definición.
Vaya por delante que yo debería haber ido al Viña Rock como el año pasado...
El caso es que hoy era un día electromagnético, mi piel pa dentro, los ojos pa fuera, el corazón garrapiñado, no sabía cómo hacerlo, cómo encontrar el camino, yo, el guía ciego, la marmota y el red bull, el emperador del milímetro, de las distancias cortas y de las frases largas, cómo volver a ser el canalla de recortable, el que se acerca y te pregunta, ¿qué te hace diferente? ¿eh?. Y se me ha ocurrido de golpe, eureka, exactamente lo que ya sabía.
Mucho más tarde he vuelto a salir a la calle, despreocupado, y al mirar el móvil, ¡carámbanos!, tenía dos mensajes. He leído uno y cuándo he querido leer el segundo ya no estaba. Una puta señal, lo sé. Vaya usted a saber de qué. Las pastorcillas ven a la Virgen. El cordero con piel de lobo, ve un SMS fantasma. Se me ocurre una explicación, pero prefiero no decirla.
Soy auténtico, como un tachón; enfangado como tus púas en el barro sésamo; cálido y fuerte como un whisky de malta (de España-Malta); soy absolutamente inaccesible, por definición.
Vaya por delante que yo debería haber ido al Viña Rock como el año pasado...
Foto: Clayton James Cubitt
6 comentarios:
Al Viña? Tú? Anda ya!!
Tranquilo, me han contado que el barro llegaba a las rodillas y a una rave la bautizaron La Cloaca, y ya se sabe que tener que cambiar el protector solar por las Katiuskas en el último momento puede llevar a olvidar el chubasquero.
Teponespocaymal, a mí ya no me pillan desprevenido. Iría al Viña con el salacot, el machete y el paraguas.
No, realmente sólo me remontaba un año en el tiempo, era una figura literaria, mi organismo no soportaría otro Viña Rock.
Tóma! y yo también debería haber ido al Viña!
Ya lo tenía todo: la sombrilla, la cremita, las croquetas, ... si hasta había convencido a mi madre para que me dejara ir.
En fin...
Animons, sobre todo que no falten las croquetas. Las madres nunca serán muy partidarias del Viña Rock (y no les falta razón)
Que jodida esa foto...
Es una foto durilla, Alberto, pero tiene algo...
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