Como particular homenaje a la Campaña Electoral, la Academia de Chimpancés obsequia a sus lectores con un capítulo especial que aclarará muchas dudas y dará para una profunda reflexión en la jornada de ídem.
Hoy hablaremos del culo.
Pero no hablaremos del culo de Fernando, ni de Roberto, ni de Miguel, ni del otro Fernando, ni de Trini, ni de Lorenzo, hablaremos del culo en general, un espacio personal y por tanto político.
Por qué nos atrae el culo, consciente o inconscientemente, es algo que obedece a atávicos instintos reproductores, y seguramente a una cierta fasinación por (en ese orden) lo oculto y lo agarrable.
Ojo, que además es una zona erógena, lo queramos o no, y a las zonas erógenas (el cerebro, el cuello, etc...) se les debe un respeto profundo. Así que nada de bromas.
A lo que iba. David A. Holmes, del departamento de psicología de la Universidad Metropolitana de Manchester, se aburría y decidió crear una fórmula que pudiera describir la calidad objetiva de un culo (aunque todos sabemos que jamás se ha dado el caso de un culo sin una persona acompañándolo, moviéndolo y dándole lustre).
La fórmula, para las mujeres, es la siguiente:
Donde: S es la forma (estado de forma y forma en general), C es la circularidad, B es el factor rebote, F la firmeza (cuyo estado perfecto sería "como una cama confortable"), T la textura de la piel y V el llamado ratio vertical (simetría con la parte delantera superior, para que nos entendamos).
En los hombres cambia, por lo visto:
Entran tres nuevas dimensiones: M es la musculación, L la delgadez y O la simetría en general.
Los números que se dan a la ecuación provienen de una lista de descripciones. Para calcular la B (factor rebote): “Después de un golpecito tiembla durante 30 segundos” eso te otorga un 2, mientras que “durante el aerobic ni siquiera tiembla” te da un 5.
Holmes insiste en que si la gente se fija en el culo de los demás se fijará también en el suyo, y al verse en el espejo decidirá preocuparse un poco más por su salud. Es eso o que la ciencia a veces es aburrida y no está de más perder un poco el tiempo pensando en lo de siempre.
El culo masculino por antonomasia sería el de Brad Pitt, según los estudios de este señor (aunque imagino que no será algo que dure eternamente). Parece que en el culo masculino no hay dudas, no hay tendencias, no hay dialectica.
En el femenino, por el contrario, parece que hay un abanico de opciones que dividen a lo opinión pública. Lo diré sin los tecnicismos del sujeto: por una lado el culo maternal, redondeado, prominente de Jennifer Lopez, por el otro, el culo atlético, imposible, de Kylie Minogue.
Decía Coleridge que todos los hombres nacen aristotélicos o platónicos. Quizás exista la misma dimensión para los culos. Aunque, en el fondo, si ambos dan las más altas puntuaciones es porque no hay un solo arquetipo.
Ese es el mensaje: cada hombre o cada mujer debe buscar el culo que más le guste, utilizar la fórmula o recurrir a su instinto, sin dejarse influenciar, sin integrismos, sin avergonzarse por decir "¡Sí, qué pasa, a mí me gusta la carne!", sin acaparar demasiado, un culo que te apasione por la persona que hay delante.
Y así también son los partidos políticos (partidos, como los culos; políticos, como los culos).
Hoy hablaremos del culo.
Pero no hablaremos del culo de Fernando, ni de Roberto, ni de Miguel, ni del otro Fernando, ni de Trini, ni de Lorenzo, hablaremos del culo en general, un espacio personal y por tanto político.
Por qué nos atrae el culo, consciente o inconscientemente, es algo que obedece a atávicos instintos reproductores, y seguramente a una cierta fasinación por (en ese orden) lo oculto y lo agarrable.
Ojo, que además es una zona erógena, lo queramos o no, y a las zonas erógenas (el cerebro, el cuello, etc...) se les debe un respeto profundo. Así que nada de bromas.
A lo que iba. David A. Holmes, del departamento de psicología de la Universidad Metropolitana de Manchester, se aburría y decidió crear una fórmula que pudiera describir la calidad objetiva de un culo (aunque todos sabemos que jamás se ha dado el caso de un culo sin una persona acompañándolo, moviéndolo y dándole lustre).
La fórmula, para las mujeres, es la siguiente:
(S + C) x (B + F)/T - V
Donde: S es la forma (estado de forma y forma en general), C es la circularidad, B es el factor rebote, F la firmeza (cuyo estado perfecto sería "como una cama confortable"), T la textura de la piel y V el llamado ratio vertical (simetría con la parte delantera superior, para que nos entendamos).
En los hombres cambia, por lo visto:
(S + M) x (L + F)/ T - O
Entran tres nuevas dimensiones: M es la musculación, L la delgadez y O la simetría en general.
Los números que se dan a la ecuación provienen de una lista de descripciones. Para calcular la B (factor rebote): “Después de un golpecito tiembla durante 30 segundos” eso te otorga un 2, mientras que “durante el aerobic ni siquiera tiembla” te da un 5.
Holmes insiste en que si la gente se fija en el culo de los demás se fijará también en el suyo, y al verse en el espejo decidirá preocuparse un poco más por su salud. Es eso o que la ciencia a veces es aburrida y no está de más perder un poco el tiempo pensando en lo de siempre.
El culo masculino por antonomasia sería el de Brad Pitt, según los estudios de este señor (aunque imagino que no será algo que dure eternamente). Parece que en el culo masculino no hay dudas, no hay tendencias, no hay dialectica.
En el femenino, por el contrario, parece que hay un abanico de opciones que dividen a lo opinión pública. Lo diré sin los tecnicismos del sujeto: por una lado el culo maternal, redondeado, prominente de Jennifer Lopez, por el otro, el culo atlético, imposible, de Kylie Minogue.
Decía Coleridge que todos los hombres nacen aristotélicos o platónicos. Quizás exista la misma dimensión para los culos. Aunque, en el fondo, si ambos dan las más altas puntuaciones es porque no hay un solo arquetipo.
Ese es el mensaje: cada hombre o cada mujer debe buscar el culo que más le guste, utilizar la fórmula o recurrir a su instinto, sin dejarse influenciar, sin integrismos, sin avergonzarse por decir "¡Sí, qué pasa, a mí me gusta la carne!", sin acaparar demasiado, un culo que te apasione por la persona que hay delante.
Y así también son los partidos políticos (partidos, como los culos; políticos, como los culos).
8 comentarios:
Pues es que si en un post hablas de culos, de Brad (que no me pone especialmente, pero vamos, le haría alguna guarrerida) y de Kylie pues como para no comentar.
Aunque yo soy bastante malo para evaluar culos... mi actitud pasiva me ha marcado...
Tenías que comentar, Peibols, era el destino.
Coincido contigo, a mí el culo de Brad, psse...
Yo fui en su día un escritor adolescente que hacía relatos con palabras como "alféizar" o "diatriba". Por fin me he dado el gustazo de escribir algo, sin concesiones a la academia, que contiene la palabra "culo" 16 veces. ¡Culo! (jijiji)
Da gusto vivir.
pos de los culos de los candidatos... me quedo con el de lorenzo, que de tanto ir en bicicleta seguro que lo tiene fuerte
Anónimo/a, te apunto un voto para Lorenzo Meler, de Los Verdes, un partido que existe aunque no les inviten a los debates. Todos los votos cuentan, no te creas.
cacaculopedopis
eso tú
rebota rebota y en tu culo explota
buuu
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