En la segunda entrega de esta sección, dejando atrás la entelequia del tiempo dilatado, propondré un servicio social que incluso podría convertirse en un gran negocio cibernético.
A ver, pensemos un poco, ¿cuál es el target al que se dirigen continuamente los proveedores de servicios a través de la red? Respondo por vosotros: los jóvenes. ¿Qué pasa entonces? que el mercado está saturadísimo y se depende del vaivén de la moda o de la bendición del mass media de turno. Error. Se puede intentar, pero allá vosotros.
Sin embargo, ¿quién está incorporándose masivamente a las cosas estas de la informática? Los jubilaos. Van a unos cursillos acojonantes del Imserso y, pim pam, con la ilusión de un colegial se aferran al ratón (con la paciencia infinita de quien vivió la época del correo a caballo).
¿Por qué Internet no aglutina a los jubilaos como lo hacen el resto de actividades, desde el dominó a la salida en grupos a tomar la fresca? ¿eh? ¿por qué?... exacto, porque no hay contenidos a su gusto. Mi abuelo en Internet tendrá que esquivar blogs de pervertidos, palabrejas en inglés o ventanas agresivas surgidas de la nada, antes de llegar a las páginas del periódico, y todo para descubrir que la sección de las esquelas es de pago. Menudo planchazo.
Yo digo ¡¡no!!. Ellos son el mercado emergente. Propongo una web en la que se muestren obras locales, nacionales, del mundo. Algo sublime, obras en tiempo real, de esas que a veces te encuentras y dices ¡ole! una peazo de excavación, por ejemplo. Que puedan verlas en la sala de ordenadores del asilo, en sus casas. Y donde puedan crear comunidades de chateo (término ambiguo que habrá que modificar o enriquecer) para comentar la jugada:
* Ande va ese tío, pero hombreeee, amos, ¡fíjate un poco, capataz!
* Estos no pegan ni golpe, mira ese, qué garbo, hala, muévete.
* Se va a caer.
Sería un centro de entretenimiento garantizado, alcanzaría una cifra de visitas record y atraería a los anunciantes, en una estrategia de segmentación perfecta. Y sus señoras contentas, en vez de andar por ahí estarían recogidos en casa (que si no, a saber dónde irá este hombre, ¿se acordará de ponerse la chaqueta?).
Creo que funcionaría. Yo entraría.
A ver, pensemos un poco, ¿cuál es el target al que se dirigen continuamente los proveedores de servicios a través de la red? Respondo por vosotros: los jóvenes. ¿Qué pasa entonces? que el mercado está saturadísimo y se depende del vaivén de la moda o de la bendición del mass media de turno. Error. Se puede intentar, pero allá vosotros.
Sin embargo, ¿quién está incorporándose masivamente a las cosas estas de la informática? Los jubilaos. Van a unos cursillos acojonantes del Imserso y, pim pam, con la ilusión de un colegial se aferran al ratón (con la paciencia infinita de quien vivió la época del correo a caballo).
¿Por qué Internet no aglutina a los jubilaos como lo hacen el resto de actividades, desde el dominó a la salida en grupos a tomar la fresca? ¿eh? ¿por qué?... exacto, porque no hay contenidos a su gusto. Mi abuelo en Internet tendrá que esquivar blogs de pervertidos, palabrejas en inglés o ventanas agresivas surgidas de la nada, antes de llegar a las páginas del periódico, y todo para descubrir que la sección de las esquelas es de pago. Menudo planchazo.
Yo digo ¡¡no!!. Ellos son el mercado emergente. Propongo una web en la que se muestren obras locales, nacionales, del mundo. Algo sublime, obras en tiempo real, de esas que a veces te encuentras y dices ¡ole! una peazo de excavación, por ejemplo. Que puedan verlas en la sala de ordenadores del asilo, en sus casas. Y donde puedan crear comunidades de chateo (término ambiguo que habrá que modificar o enriquecer) para comentar la jugada:
* Ande va ese tío, pero hombreeee, amos, ¡fíjate un poco, capataz!
* Estos no pegan ni golpe, mira ese, qué garbo, hala, muévete.
* Se va a caer.
Sería un centro de entretenimiento garantizado, alcanzaría una cifra de visitas record y atraería a los anunciantes, en una estrategia de segmentación perfecta. Y sus señoras contentas, en vez de andar por ahí estarían recogidos en casa (que si no, a saber dónde irá este hombre, ¿se acordará de ponerse la chaqueta?).
Creo que funcionaría. Yo entraría.
3 comentarios:
Estos americanos, otra cosa no, pero saben ver donde está el negocio...
http://oxblue.com/example/?gclid=COSxiISPkosCFQXmlAodgjaWSg
genial...yo propongo seguir la construcción de la torre del agua de la expo...sube cinco metros en altura al día...espectáculo asegurado...
Serjuzu, estoy anonadado con el enlace que has puesto. Es un primer paso, pero yo creo que hay que añadirle la transmisión en directo y los comentarios, convertirlo en un centro lúdico interplanetario.
Gran investigación la tuya. Enhorabuena.
Bio, eso sería fantástico. El comentario más repetido: "no les va a dar tiempo", como en el sketch aquel de Martes y 13.
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