Influido por mi recuperación del ánimo y por el descacharrante recital de
Les Luthiers (qué buenos son, pardiez) protagonicé un interesante episodio anoche que trataré de relatar sin caer en la tentación de la épica.
Entradas las agoreras tinieblas de la noche en el profuso mar de mi habitación, rodeado de peligros indómitos... vale, de acuerdo, sin apelar a la épica, sólo lo que pasó, sin adornos.
Llegué a casa anoche, eran las 2 de la mañana y procedí a desvestirme. Cuando me hallaba descalzo, con el torso desnudo y vestido sólo con mi pantalón de pijama (de felpa) fui atacado inmisericodemente por una enorme polilla. La polilla más grande de la historia, como una croqueta. Qué digo una polilla, era un pequeño pterodáctilo asesino. En un respingo ágil, errollflyniano casi, esquivé al bichejo y comprendí instantáneamente que estaba indefenso, que empezaba una lucha a muerte, sólo podía quedar uno. Sin más armas que mi arrojo, a pecho descubierto, me enfrenté con la polilla. Tomé en mi mano derecha un libro que escribí hace 12 años, intitulado: "
Cómo hacer el amor a los 70, sin que los otros 69 se enteren", recopilando fragmentos delirantes de mis escritos en BUP, COU y primero de carrera (mi etapa azul). Blandí el libro desafiante. Ya puedes venir a por mí, te estoy esperando.
El animal se agitaba nervioso. La polilla también. Casi tiro la lámpara, no conseguía alcanzarla por más que braceara, sólo agitar el viento y desequilibrar su vuelo con las turbulencias. Necesitaba más espacio para concretar la cacería. Siempre he sido pacífico, pero la polilla me había atacado, y yo no iba a poder dormir tranquilo sabiendo que en la oscuridad de la noche ella podía volver a posarse en mi cara o algo peor. Intenté dialogar. Abrí la puerta, la invité a irse al pasillo, y de ahí a la calle. Si quería quedarse que pagara el alquiler.
Ideé un plan siniestro. Salí al pasillo, encendí la luz, entré en mi habitación, la apagué. Agité el aire amenazante. La polilla se precipitó en un vuelo feroz hasta salir hacia la única luz que se divisaba. Lo había conseguido, al menos estaba fuera de la habitación.
Nos miramos. Ella con todas sus patas y sus alas y ese zumbido. Yo, apolíneo, torso al viento, libro encuadernado con espiral como arma y escudo. Era la lucha final. Empecé a perseguirla por toda la casa. Luego ella me persiguió a mí un rato. Hasta que cometió un error que fue fatídico, voló a media altura y le pegué un volea de revés mortal de necesidad. Juego, set y partido.
Sentí lástima por tan bravo enemigo. Me cubrí púdicamente y leí unas palabras del libro durante su entierro solemne. Tiré de la cadena y me fui a la cama. El descanso del guerrero.
20 comentarios:
Ja,ja,ja,ja... Una polilla? Ya tengo disfraz! Cómo no se me había ocurrido.
Tuviste una terrible infancia y te quedaste así después de haber pasado por los boyscouts, o qué!. Claro que es normal que la gente sienta fobia a los insectos tras los numerosos casos que se han dado de ataques asesinos, desmenbramientos y mordeduras mortales que han cometido muchas de estas especies.
Lo siento chico, pero definitivamente lo tuyo son los bichos. Jo si me he reido. Gracias.
mientras tanto la polilla intentaba con su ojo polifacético enfocar esa sombra distorsionada y amenazante...la naturaleza tan solo le había proporcionado alas peludas como única defensa...y el miedo le atenazaba la tráquea en un intento por saber que eran esas corrientes de aire brusco que amenazaban con derribarle...despues todo fue sencillo...un brusco golpe ...y una sensación de humedad...mientras se precipitaba al abismo...
jajajajaaaa que tremendo me ha encantado
besitos
Impactante relato.
A quien no le ha pasado alguna vez tener que lidiar contra un insecto mortífero de descomunales dimensiones (y piensas en aquello que decía ... puedo ser 7 veces mas fuerte que tu y veloz...), te armas de valor y atacas con todo que hay a tu alcance.... (no quiero recordar como acabo todo aquello).
Mientras no hayas eliminado a este especimen podrás dormir con la conciencia tranquila. jeje.
www.elmundo.es/elmundo/2001/03/05/ciencia/983810808.html
Saludos resacosos. jeje
Perdón pero no se lee entero el link. (chapuceando para que se vea)
www.elmundo.es/elmundo/
2001/03/05/ciencia/
983810808.html
Saludos
Te estaba leyendo y me imaginaba a mi misma en la misma situación... sólo que con diferentes insectos (desde cucarachas hasta moscones, pasando por polillas y abejorros) y con diferentes armas y escudos (el más típico, la escoba - mas que nada por mantener distancias con el susodicho bichito). Y, te entiendo, mientras no desaparezca de la habitación no duermo en paz.
Animons, ojito con los insectos. No te rías tanto. Y sobre todo, ojito con los boyscouts. Yo siempre fui así, mi infancia no tiene la culpa.
Bio, qué acierto, dar la versión de la otra parte. Pero recuerda que yo fui la víctima, que menudo susto me di.
Muy bueno.
Petalo, celebro esa carcajada. Besitos para ti y para todos.
Jackerest, era o la polilla o el chimpancé (la crudeza del ciclo inevitable de la naturaleza).
Impresionante documento el de las polillas asesinas. Si ya lo decía yo...
Caipi, la situación era tragicómica. La eliminé a golpe de literatura. No tuve tiempo de ir a buscar la escoba o, mejor, un revolver.
ok...ea ea ya paso...
Si la polilla hubiera tenido un libro ya veríamos como hubiera acabado la cosa...
Bio, vuelvo en mí. Estoy acostumbrado al vivir al filo del peligro.
Cardo, si la polilla hubiera tenido un libro hubiera estado leyendo tranquilamente en su casa y no atacándome en la mía. Nunca pensé que escribir un libro plomizo podía tener alguna ventaja en el futuro.
"...ella podía volver a posarse en mi cara o algo peor"
¿Qué hay peor que la cara de uno mismo congestionada por el terror?
Sí, ya sé. La cara de una polilla desafiante puede ser peor.
Pero ¿sería capaz la polilla posarse en su propia cara?
Por empatía, he tratado de poner las plantas de mis pies una a cada lado de mis narices y aún no lo he conseguido.
No tengo alas, ni me alimento de ropa, y los únicos polvillos que desprendo no son de insecto. Quizá con todas esas condiciones, lo logre.
Volveré a ver a "La Mosca" y trataré de hallar la solución. Además, me parezco a Jeff Goldblum (como un naipe a una bombilla)
Anónimo/a, divagación interesante. Aunque no le sigo... reflexiona usted por caminos sinuosos. Vuelva cuando tenga la solución.
Si la polilla hubiera intentado posarse sobre sí misma, en afán contorsionista, ahora estaría viva, en vez de estar en el cielo de los insectos donde seguro que debe estar.
¡¡¡¡¡¡¡¡¡Ese animal merecía vivir!!!!!!!!!
(y me refiero a la polilla)
Merecía vivir, pero decidió atacarme en el peor momento posible. Creo que pagó el pato. De todos modos, su tamaño monstruoso era signo de que vivió suficiente, Caracolico.
Descanse en paz.
Jojojojo!
Y lo mejor de todo es que creo que yo me leí el libro que sirvió como arma homicida!
Mediocentro revenido, lo leíste, y así te va. Un arma destructiva en su doble faceta.
hola....jajja entre a buscar algo de polillas para que ceda un poco mi fobia...y me aperecio tu pagina...jajaj
hace unos dias que no duermo luchando con polillas...que alivio al ver tu mail
Nadia
Hola Nadia
La risa puede ser terapéutica, claro que sí. Te recomiendo que te armes de valor y les plantes cara. Que en vez de tener fobia a las polillas, sean las polillas las que te la tengan a ti.
¡Suerte!
gracias!! lo intentare...
Gracias ti, Nadia.
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