Hablábamos ayer de mezclas de productos triunfales, faros de la creatividad y el comercio. Pero ya en los comentarios, el
Niño Desgraciaíto nos remitía a la cara oculta de las combinaciones. Chan-cháaan.
Experimentos que salieron mal.
El boli con goma de borrar (o de raspar) era su ejemplo. Y no le falta razón. Esa idea de raspar la hoja para eliminar el boli era demasiado básica, incluso para la época. Provocó agujeros y destrozos. Nos hizo creer que estábamos en el año 3000 cuando la tecnología estropajo era de hace dos milenios.
En la misma línea tuvimos... esto.
La alimentación tiene híbridos dramáticos.
Me viene a la cabeza la
pizzalada, que lanzó una famosa cadena.
La
nocilla de cacao y fresa (que a mí me gustaba, claro) duró muy poco. No tenía futuro en un mundo libre.
Si funcionó el radio-cassette, pensó un sabio, tendría que funcionar el
combi entre televisión y vídeo. Pues no, criatura. No.
Al final esto de combinar conceptos es un cajón de sastre en el que cabe el tío que inventó la
cuchara con ventilador para no quemarse con la sopa (y arañarse la nariz, supongo)...
y también las
gafas con luz (ahora hay leds, antes hacía falta enchufe o pilas. Todo muy lógico.
Me debo de estar dejando un millón de catástrofes combinatorias similares. Aunque para eso están ustedes, que tienen recursos infinitos y mucho mundo.
3 comentarios:
Yo pongo la tortilla de lentejas con la que me quisieron agasajar una vez.Mal.
Muy cierto lo de los estragos en el papel de la goma de borrar boli.
En este aspecto los del mundo pizza no aprenden. Lo digo por esa pizza de chocolate que he visto anunciada varias veces. Mira que me gusta la pizza y el chocolate, desde el negrísimo hasta el blanco. Pues pienso en una pizza con chocolate y me dan arcadas.
Sonia, las mezclas culinarias que salieron mal podrían llenar cientos de museos de los horrores.
Carmina, se tiene la sensación de que la pizza lo soporta todo. Pero vamos a tener que ponernos firmes y empezar a legislar el asunto.
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