Todos conocéis al inofensivo caracol común (un animal acojonante de libro).
Pero ahora nos vamos a centrar en un primo suyo confluctivo, oriundo de Sudamérica, el caracol manzana.
El caracol manzana es una especie invasiva y lleva unos años en España campando a sus anchas.
Poca broma con este caracolazo.
Se ha hecho fuerte en los arrozales del Delta del Ebro y se va extendiendo con ritmo lento pero firme.
Arrasa con todo a su baboso paso. Es capaz de comerse varios metros cuadrados de arrozal al día. Ojito. A mí me gusta el arroz, pero esto es como comer paella de primero, risotto de segundo y arroz con leche de postre día tras día.
Lo más curioso del caso es que, para luchar contra este grandísimo cabrón, se han intentado mil argucias y nada. Al final se ha reunido el consejo de caracólogos y han decidido apostar por traer a su archienemigo: la gamba gigante de río.
La gamba gigante es la némesis del caracol manzana.
Por lo visto se los trajinan que da gusto.
El principal problema será el destrozo que puedan causar las gambas después. Porque en cuanto neutralicen a los caracoles manzana se tendrán que entretener con algo. Allí el problema empieza a convertise en una especie de paradoja de muñecas rusas.
Es como aquel argumento indio según el cual el mundo se sostiene sobre un elefante.
Y si preguntas: "¿Y el elefante?" Te responden: "Sobre una tortuga".
Y si preguntas: "¿Y la tortuga?" Te responden: "¿Qué le parece si cambiamos de tema?"
Pero a la gamba gigante no podemos tratarla como a un concepto metafísico, porque un concepto metafísico no puede morderte el dedo meñique cuando sobresale de tu sandalia.
Para echar a la gamba gigante de río propongo a la salamandra gigante de Japón.
Seguro que se chupa los dedos con la delicia que le está esperando: gambas rellenas de caracol relleno de arroz.
Lo que nos termina originando otro pequeño problema con las salamandras niponas, que tienen bastante mala leche.
No conviene alarmarse. Porque alarmándose no se llega a ningún lado.
Traemos unos buenos yacarés y arreglado.
Aunque contra los yacarés hay poco que rascar. Sólo se me ocurre soltar una manada de hipopótamos.
¿Que a lo mejor pisan los arrozales, destrozan las acequias y en 50 años han acabado con la especie humana?
Joder, llevo todo el post dando soluciones. Esperaba que fuerais un poco más constructivos con vuestro feed-back.