Recuerdo haber leído en alguna revista o periódico viejo la historia, relatada como verdadera, de un hombre -llamémoslo Wakefield- que abandonó a su mujer durante un largo tiempo. El hecho, expuesto así en abstracto, no es muy infrecuente, ni tampoco -sin una adecuada discriminación de las circunstancias- debe ser censurado por díscolo o absurdo. Sea como fuere, este, aunque lejos de ser el más grave, es tal vez el caso más extraño de delincuencia marital de que haya noticia. Y es, además, la más notable extravagancia de las que puedan encontrarse en la lista completa de las rarezas de los hombres. La pareja en cuestión vivía en Londres. El marido, bajo el pretexto de un viaje, dejó su casa, alquiló habitaciones en la calle siguiente y allí, sin que supieran de él la esposa o los amigos y sin que hubiera ni sombra de razón para semejante autodestierro, vivió durante más de veinte años. En el transcurso de este tiempo todos los días contempló la casa y con frecuencia atisbó a la desamparada esposa. Y después de tan largo paréntesis en su felicidad matrimonial cuando su muerte era dada ya por cierta, su herencia había sido repartida y su nombre borrado de todas las memorias; cuando hacía tantísimo tiempo que su mujer se había resignado a una viudez otoñal -una noche él entró tranquilamente por la puerta, como si hubiera estado afuera sólo durante el día, y fue un amante esposo hasta la muerte.
(Párrafo inicial del cuento "Wakefield" de Nathaniel Hawthorne)
Aquí el texto completo, por si a alguien le apetece leerlo.
9 comentarios:
Sinceramente, los tenía gordos wakefield.
Tan cerca, tan lejos.
Sin palabras.
Tan cerca, tan lejos.
Sin palabras.
me largo a leerlo con el suave veneno de la tentación.
Me ha dado en qué pensar,la travesurilla esta...
Sonia.
Lo que tiene que inventar uno para escribir un relato digno.
¿Qué tal estás,carita de mono?Espero que bien y que pronto vuelva a leerte.
Sonia.
Maestro, ande andas? todo bien?
Que nos has dejao con el curso recién empezao y a medias!
Aquello noerayo, pero gordos gordos.
Qué tranquila se debió de quedar su mujer.
Aras, es una historia tremenda. Para que te fíes de los señores aburridos ingleses.
Chico de la Consuelo, merece mucho la pena todo el relato.
Sonia, jaja, tiene muchas lecturas. No cabe duda.
¡¡YA HE VUELTO!!
NáN, yo siempre he pensado que si el relato es digno tiene que ser verdad. Aunque sea inventado.
María Esther, mejor que no me conozcan. Soy muy tímido.
Patricia, gracias por el interés. Estoy de vuelta para quedarme 80 años más.
Publicar un comentario