Soy suficientemente viejo para saber que esto de la religión es una moda estricta.
En los 80 molaba ser ateo, pero ateo ateo, de los de pelo sucio y jersey de cuello alto. Nada de agnosticismos ni bobadas, era un ateísmo militante que ya no se ve. Luego os dio por el islam. Hasta que se volvió demasiado comercial y os pasasteis al budismo. Pa qué más. Anda que no estuvisteis raros en aquella época. Hasta el más tonto era zen. Conozco a gente que le costo distinguir al Buda de la revista Burda. Pero aún así perseverabais, porque lo más importante nunca es el grado de conocimiento que se tiene sobre una creencia, no, lo más importante es siempre el grado de desconocimiento que tienen los demás. Y del mismo modo que os creíais que para ser budista sólo hacía falta una túnica, os habéis creído que para ser cátolico (que ahora mismo es lo más de los más en NYC) sólo hace falta coleccionar estampitas y apuntarse a tocar el tambor en una cofradía.
Ahora es mucho más fácil ser católico porque se han rebajado las costumbres. Pero nuestras abuelas se lo curraban muchísimo. Con vuestra actitud no os van a dejar entrar en el Cielo ni en la jornada de puertas abiertas de cada milenio.
Ojo, no estoy diciendo que cojáis el Evangelio y sigáis a rajatabla las enseñanzas de Jesucristo. A ver, se trata de ser católico, no de ser un jipi. Bastará con mejorar un poco vuestro "saber estar" en la liturgia.
Nos centraremos en la Santa Misa porque es mejor concentrar los esfuerzos. Y qué demonios, la Santa Misa es una fiesta que hay que saber disfrutar.
Sí, habéis oído bien. A la iglesia se va a disfrutar. Basta ya de caras largas. A los niños se les puede motivar con chucherías a la salida, pero vosotros ya no sois niños, joder, sois modernos. Pensad que vuestra recompensa es la Vida Eterna. Olvidaos por unos minutos del vermú de después, igual que cuando vais a pilates dejáis a un lado vuestros malos rollos del trabajo. Enfocaos en Cristo que murió por vosotros y por el perdón de vuestros putos pecados.
Lo primero, ¿qué ese eso de ver la Santa Misa doblada?
Así nunca vais a coger soltura con el latín. Hay que verla en versión original.
Hasta que el cura entre en escena podéis murmurar, chasquear los dedos, hacer estiramientos, bostezar, mirar de reojo... pero cuando entra el oficiante (pocas veces avisa) hay que concentrarse. Mi consejo es que os dejéis llevar por la masa. Muchos me preguntáis si hay una norma escrita que diga, por ejemplo, cuándo hay que levantarse y sentarse. Aquí tenéis que fijaros muy bien en lo que hacen los demás.
¿Se levanta una beata? Alerta, pero quietos. No sabemos si es una loca. ¿Se levanta la segunda y la tercera persona? Ahí tenemos un indicio claro. Veremos que en ese momento los acontecimientos van a precipitarse y el grupo de los que se van a levantar será mucho mayor. Cuando esté en pie el 10% del aforo, UP! arriba ese culito católico. Has minimizado el riesgo de error y, al mismo tiempo, has entrado por milésimas entre "los que saben". Si consigues estar siempre entre los primeros que se levanten podrás sentirte piadosamente orgulloso y mirar a esa monja artrósica sin reprís por encima del hombro.
¿Qué tiene sin embargo la monja que tú nunca podrás igualar?
¿Pensión de jubilación? Sí, claro. ¿Y además de eso?
Exacto, ella se sabe la ceremonia de carrerilla. Empieza el Credo o el Yo pecador... y tú y yo sabemos que no estás preparado. Si tuvieras memoria hubieras opositado, así que te empiezas a venir abajo. No te rindas tan pronto, hay un truco.
San Pablo (creo) en una carta a los Corintios (creo) admitió el play-back.
Mueve los labios sin perder de vista la coreografía general, golpes de pecho y señal de la cruz.
No te emociones e intentes adivinar el final de cada frase. Simplemente mueve los labios al tiempo que haces un zumbido monocorde. Piensa que Dios sólo se fija en el ritmo, no en las palabras exactas.
Tranquilos porque en seguida llega el momento de "darse fraternalmente la paz". Es como el intermedio, un instante de descanso. Dad la mano fuerte. Nada ofende más a Cristo que una mano blandurria. Pero tampoco os paséis. Evitad los besos, los abrazos, los tocamientos, las palmadas en la espalda en plan machote... nada de ajustes de cuentas por lo bajini, tipo pellizcos, mordiscos, crujir de huesos, uñas clavadas... estamos dando la paz, no jodáis la atmósfera.
La Eucaristía es el momento más importante de la ceremonia porque significa que ya queda poco. El Sacerdote consagrará el pan y el vino. No os hagáis ilusiones, sólo os dará pan (o más bien un sucedáneo raro, porque las baguettes son satánicas como todo lo francés).
La Eucaristía plantea dos nuevos dilemas. ¿Cómo comulgar? ¿pongo la mano? ¿la izquierda o la derecha? ¿en la boca?
Aquí os doy el consejo que os he dado en tantas otras secciones. Abrid la boca, sacad un poco la lengua y que sea lo que Dios quiera.
El segundo dilema viene después. ¿Qué hay que hacer tras comulgar? No está claro.
Suena la música pero no puedes cantar porque tienes algo pegajoso en la boca. Unos se ponen de rodillas. Otros se sientan muy serios. Cualquier cosa menos masticar y sacar el móvil para leer el whatsapp. Recuerda que estamos acabando y no merece la pena echar al traste todo nuestro desempeño a causa de la impaciencia. Bajad la mirada y pensad en vuestras cosas.
Tras el parón, la misa vuelve a acelerarse, aunque ya se intuye el soniquete de un final cercano.
No os relajéis en exceso. Hasta que suene el "podéis ir en paz" puede pasar de todo. Aunque el sacerdote esté fuera de tiempo conviene no agitar los brazos pidiendo que acabe ya. "¡¡Cura!! ¡¡la hora!!" es un grito muy desafortunado.
Ir a la moda es muy importante. Lo sabes tú y lo sé yo también. Aunque eso no significa que sea fácil. Basta de superficialidad. Si somos católicos lo somos a tope. Tal vez el crucifijo sea trendy, pero va a ser tu actitud, lo que transmites, lo que acabará marcando la diferencia.