Los chismes que fabrica la NASA alcanzan el espacio gracias a tres clases de combustible: hidrógeno líquido, oxígeno y dólares, pero sobre todo gracias al principio de acción y reacción. Para que un cohete suba tan arriba hace falta ejercer una fuerza tremenda en sentido contrario. Pura ciencia. Al final vais a terminar aprendiendo algo aunque no queráis.
Japón nunca ha tenido una agencia espacial digna, sin embargo son bastante expertos en eso del “principio de acción y reacción” (la tercera ley de Newton). Mientras tanto los occidentales nos hemos centrado más en “santificar las fiestas” (la tercera ley de Yaveh).
Todos hemos visto esas películas en blanco y negrísimo en las que Godzilla y otros monstruos raros, tritones mutantes, simios hiperdesarrollados, lagartijas rencorosas, destruyen a conciencia las grandes urbes del país del sol naciente. Las pelis, por cuestión de metraje, se enfocan en la trama principal, el animalillo y sus circunstancias, el caos y la resolución del conflicto. Pero nunca se centran en lo más importante, en el período entre godzillas, cuando el pueblo japonés se reconstruye, preparándose a conciencia para ser el escenario del próximo sindiós.
Acción-reacción. Que no le quepa duda a nadie de que en Japón se sabe reaccionar. Como curris en Fraggel Rock se ponen el casco y empiezan la ñapa. Pero en plan serio, sin descansos a media mañana para comerse el bocadillo de arroz.
Las catástrofes articulan a los países. Los tornados y huracanes de los USA les mantienen tan unidos como la guerra al infiel. En Europa, como a lo máximo que llegamos es a alguna riada o alguna ola de calor sahariano, la unión es una quimera. Cuando uno se siente a merced de las fuerzas de la naturaleza valora más al vecino de al lado, a ese bendito cabrón que hace ruido por las mañanas.
Se sabe que la mayoría de los terremotos no los causan los mastodónticos luchadores de sumo al caer. La gran actividad sísmica de las islas japonesas (acción) también ha hecho grande al Japón (reacción). Ese pueblo ha conseguido mantenerse a la vanguardia de la tecnología, al mismo tiempo que preserva su cultura, sus ritos, sus danzas tradicionales interpretadas por bailarines vestidos con vivos colores, ya sean quimonos o trajes de power-ranger.
Acción-reacción. Frente a los avances, tradición. Frente a los problemas de espacio, campos de fútbol kilométricos en los dibujos de Oliver y Benji.
La historia de los 333 samuráis resume a la perfección lo que Japón es y seguirá siendo.
Los samuráis son los guerreros ancestrales japoneses que iban a luchar a las batallas de moda y que, al finalizar, cuando venían a por los heridos los del Samur (que ya existía) decían “ay”. “Samur ay”. Los japoneses, en el fondo, son unos cachondos. Recordad “Humor amarillo”.
Los 333 samuráis partieron de Osaka por la mañana para tomar la fortaleza del señor de Toyota, que había caído en desgracia para el Emperador cuando, en un error de protocolo, su maestro de ceremonias alojó al enviado imperial en un sofá-cama.
Al tratar de cruzar el río Kiso, los 186 caballeros más valientes se lanzaron al agua para formar un puente humano. Minutos más tarde, los 147 samuráis restantes continuaron, dejando atrás a los ahogados.
De camino, decidieron arrasar un poblado para desentumecer los músculos. Como se trataba de un poblado abandonado acabaron peleando entre ellos. El general Nikita Nipón observaba la autodebacle desde una colina. Tras el recuento de bajas (94), Nikita reunió a sus hombres y les dijo: “Pero vosotros ¿sois idiotas o qué?”. Su cara era un haiku.
Tristes, apesadumbrados, siguieron su camino los 53 samuráis.
La fiebre amarilla, la gripe, un golpe en la cabeza con una rama, un embarazo psicológico... a la fortaleza del señor de Toyota llegó un solo samurái pero muy valeroso. Nikita Nipón, lejos de estar desanimado por las vicisitudes del trayecto, se tomó la cosa muy en serio y necesito menos de una jornada para liquidar él solito a todo el ejército del señor de Toyota. Acción-reacción. Churro, manga y mediamanga.
El general sintió la nostalgia y la pereza que sobreviene al pensar en el regreso, sobre todo porque se acababan las vacaciones y era día de operación retorno. Sintió también su noble misión cumplida y cometió harakiri.
Japón, mientras tanto, se lo está pensando. Tal vez la vergüenza de este número especial del Cuaderno del Yeti le empuje a un digno e inexorable suicidio ritual.
___________________________________
Texto escrito para el especial "Japón" del Cuaderno del Yeti.
Nos sirve como preámbulo para la semana temática que hoy comienza.
Permanezcan atentos a sus pantallas.
10 comentarios:
Bieeeen empieza la (mi) semana del Japón! Dos cosas: lo de los 333 samurais convertidos en uno contra Toyota (?) es un poco yo-qué-sé, qué quieres que te diga. Dos: viva humor amarillo, sí señor!
¡qué grande eres!! casi como un luchador de sumo.
"samur ay"...XDDDD
Eso si, es churro, media manga, manga entera
vas directo a twitter...XD
..seguimiento...
..y tengo un chiste atroz sobre Japón que no sé si me atreveré a contar en esta semana temática.
Nhtg, aquí está tu premio. Ya sé que hubiera sido mejor el dinero, pero ahora apechuga.
1) No busques lógica, es algo zen
2) Humor amarillo es nuestra gran inspiración.
Molinos, muchas gracias. Así da gusto.
El manga y la manga, muy japonés, siempre.
Tienes que contar el chiste antes o después. Se lo debemos a ese gran pueblo nipón.
Y que mé dices de esa Heidi con los ojos como Ozil, dando vueltas como una croquetilla colina abajo perseguida por un San Bernardo y un pastorcillo.
Los suizos preocupados con los relojes y el secreto bancario mientras el pueblo japones ponía cara y ojazos a la nilña suiza
Peter, lo de Heidi era una alegoría nuclear. Claramente. Ahora bien, yo nunca la entendí.
Yo me quedé en la lectura primaria, la alucinógena.
Embarazos psicológicos?? Tú estás fa-tal! jajaja
Speddygirl, es una leyenda ancestral japonesa, no me lo he inventado yo.
Ves? si las monjas me hubieran enseñado la historia así, no habría sido el fracaso escolar más famoso en la historia de la EGB
Maripili, geografía e historia mezcladas (lo que antes se llamaba Sociales) en un cóctel digerible.
Por eso en la Academia de Chimpancés nadie suspende.
Publicar un comentario