Imaginad por un momento que lo adecuado para un un español de bien que se precie fuera
comer cosas de España y compradas en España. Que tuvieras que hacer un viaje y te llevaras absolutamente toda la comida que vas a comer esos días. Alimentación patriótica, un estándar de urbanidad.
Y pensemos ahora que la idea se lleva al extremo y que
también hay que cagar siempre en España. Que todo tiene que volver a su origen, que cagar en el extranjero sea considerado un ultraje, alta traición.
Salir 10 días a Nueva York, por ejemplo, y tener que aguantarte las ganas (con medicación o con fuerza de voluntad), planificando una viaje de ida y vuelta rápido a mitad de la estancia para poder cagar en España.
Seguramente habría que habilitar, para casos de apuro muy urgente, unos
Spanish WC en las embajadas (territorio oficial español a todos los efectos). Pero la emigración real apenas alcanzaría una región insignificante de Francia o Portugal, a suficiente distancia de la frontera para permitir cumplir los preceptos de evacuación.
Yo, sinceramente, no sé por qué no asumimos ya este tipo de costumbres y nos ganamos de una maldita vez el respeto internacional.
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7 comentarios:
Es una idea que te cagas, con perdón.
Así ni fuga de cerebros ni de nada. Cómo no lo habrá pensado nadie antes?
La verdad es que este país es para cagarse, así que sería un principio. Ya está bien de tanta palabrería y tanto "me cagüen tó", hechos son amores y no buenas razones.
Caguemonos en España pero no la dejemos hecha una mierda, con respeto y utilizando las zonas habilitadas.
Serrat y yo despreciamos a esos tipos a los que "para no ensuciar van a cagar a casa de otra gente".
Y es que, como en casa, no se caga en ningún sitio...
De momento, voy a ver Chicago, que acaban de abrir la nueva sede del Instituto Roca para Urgencias Intestinales.
Niño desgraciaíto, ni fuga de cerebros ni fuga de responsabilidades.
Yo creo que sería una buena fórmula.
Alejandro, así es la cosa. Tenemos que aprender a cagarnos en nuestro territorio y empezar a sentirnos responsables de nuestras porquerías.
Pazzos, la sabiduría de esa gran canción de Serrat nos alumbra desde hace muchos años.
En Chicago habrá que poner una embajada o un consulado. Es lo propio.
Pues sí, deberíamos reinvertir todos nuestros activos en producto nacional, aunque nos parezca una mierda que no se traga nadie, pero es así.
Maripili, algo hay que hacer, no queda otra.
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