Ni Disney se libra de la sordidez del planteamiento de algunos cuentos. Parece que al mono estándar se le va un poco la mano cuando quiere mandar mensajes moralistas a los jovenzuelos incautos. Es por esa tonelada de mala leche que acumulamos bajo las uñas. Seguro que es eso.
Pero los cuentos que nosotros contamos (con sus asesinatos, envenenamientos, besos furtivos, enanos de inquietante vocación trabajadora, lobos feroces y leñadores justicieros) son la versión light de las historias auténticas. ¿Queréis un ejemplo? Vamos con Caperucita Roja.
El cuentista más perro de todos, Perrault, escribió un librillo, "Los cuentos de la madre Oca", en el año mil seiscientos y mucho (va, qué os importa el año si no estabais). En ese libro se inventa o recoge de la tradición oral (no hay tradición oral como la de Francia) cuentos como "El gato con botas", "Cenicienta", "Pulgarcito", "La bella durmiente" o el celebérrimo "Hostal Royal Manzanares".
También narra la historia de Caperucita Roja y sus movidas.
En su versión de la anécdota, Caperucita sale con una torta y un tarro de mantequilla para visitar a su abuelita enferma. Cruza el bosque y se encuentra con un lobo. El lobo no se atreve a comérsela porque andan por allí los leñadores y si le pillan le miden el lomo y hacen una alfombra. La niña, que es una pánfila, se olvida del consejo de su madre de no hablar con desconocidos y le casca su plan de viaje, la dirección de la abuela, su número de cuenta, su contraseña... todo.
El lobo toma un atajo, llega primero y no tiene miramientos, se zampa a la abuelita enferma y débil. Pero guarda un poco de hambre para el plato fuerte, que viene cocinándose por el camino, recogiendo bellotas y flores, persiguiendo ardillas.
Llega la niña a la casa y la película cambia un poco de la que nosotros conocemos.
El lobo, disimulando el vozarrón y la risilla de cabronazo, le dice a la niña: "Deja la torta y el tarrito de mantequilla en la repisa y ven a acostarte conmigo".
El cuento sigue: "Caperucita Roja se desviste y se mete a la cama y quedó muy asombrada al ver la forma de su abuela en camisa de dormir". ¿Se lo estaba buscando o no esa niña?.
"La semana que viene voy al oculista, abuela" |
Empieza entonces el tira y afloja de los brazos, las piernas, las orejas, los ojos y los dientes. "¡¡Son para comerte mejor!!".
"Y diciendo estas palabras, este lobo malo se abalanzó sobre Caperucita Roja y se la comió”. Fin del cuento. Se la comió, punto. Nada de resurrecciones ni de rescates imposibles de la tripa del bicho. La mató y a otra cosa.
Queda la coda, la moraleja, que dice textualmente:
"Aquí vemos que la adolescencia,
en especial las señoritas,
bien hechas, amables y bonitas
no deben a cualquiera oír con complacencia,
y no resulta causa de extrañeza
ver que muchas del lobo son la presa.
Y digo el lobo, pues bajo su envoltura
no todos son de igual calaña:
Los hay con no poca maña,
silenciosos, sin odio ni amargura,
que en secreto, pacientes, con dulzura
van a la siga de las damiselas
hasta las casas y en las callejuelas;
más, bien sabemos que los zalameros
entre todos los lobos ¡ay! son los más fieros".
Toma ya. No seas ingenua que se te cepillan, chata.
¿Sorprendidos?. Normal, como vosotros estabais acostumbrados a la versión con final feliz, a la versión maquillada... pues tenéis que saber que Perrault, el escritor ladrador, también maquilló la historia popular.
En ella, ojo al dato, el lobo guarda un trozo del cadáver de la abuela y se lo da de merendar a la niña, que no sabe la procedencia de la carne, ni sabe que ese vino tinto es sangre de la alianza nueva y eterna, de su santa abuelita. Duro ¿eh?.
Al final el lobo convence a la niña de que se desnude y se meta en la cama, pero en el último momento la niña se siente mal y sale de casa un momento con el viejo truco de decir que se está cagando, se libra de las ataduras y escapa.
Esta historia acaba bien. Salvo por lo del canibalismo y el susto, claro.
Os paso el enlace a esta versión ancestral (por cierto, inmenso blog).
Espero que hayáis aprendido la lección, jovencitas.
Cuidado con los lobos.
De los monos nadie ha dicho nunca nada malo.
Así que venid, acercaos un poco más, que os cuento otro cuento.
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5 comentarios:
DC comics - la de Superman, Batman...- tiene una marca subsidiaria, Vértigo comics que publica lo que sobrepasa la línea moral de la editorial del salvador de América. Hace un tiempo sacó los comics de la versión original de algunos cuentos de los hermanos Gim (Hansel y Gretel, ricitos de oro y los tres ositos...) que si te ha gustado la historia original de Caperucita, te encantarán.
Tenemos menos tolerancia a la violencia lo cual es bueno. Nos parecen horribles cosas que hace cuatrocientos años no lo parecían tanto.
Creo recordar que en el cuento original, si es que puede llamarse así, de la Cenicienta las hermanastras se cortaban los pies para ponerse los zapatos y al final unas palomas les comían los ojos...
Desde ese punto de vista hemos mejorado con estas versiones edulcoradas. Claro, que la moraleja también cambia...
Gracias, Jorge Luis, apuntado queda.
Niño desgraciaíto, cierto es. Antes esa información oral era importante para forjar el carácter. Ahora ya está internet para malmeternos a todos.
Estos temitas de la cara b de los cuentos me encanta!! y aun asi reconozco que final feliz o no soy una enamorada de los Hermanos Grimm
Verillo, hay que reconocerles su mérito. Por eso se transmiten de generación en generación (aunque con ajustes y retoques).
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