Confieso que he seguido atentamente la trayectoria de
Ricky Rubio desde el
milagro de Linares (en 2006) cuando se destapó liderando hasta la victoria a la selección española en el europeo cadete.
Luego vino su irrupción en la
ACB, luego
la final olímpica con ¡¡17 años!!, el draft y los líos con sus derechos (que retrasaron su salto a la
NBA y le dejaron dos años de éxitos y dudas en el Barça).
Siempre he creído que tenía un don especial. Como dijo
Magic Johnson (que algo sabe de pasar), "Rubio no da un pase, crea un tiro". Esa generación espontánea es la que le hace genial. Su talento para leer el baloncesto le va a hacer seguir progresando en el resto de facetas.
Con 21 años, su aterrizaje en
Minnesota ha sido toda una revolución. Por encima del
hype, de la burbuja (no olvidemos que los estrategas del marketing necesitan también figuras de raza blanca), este muchacho de El Masnou está enamorando a aficionados y expertos con su influencia en el juego y en el espectáculo.
Ayer se hacían públicos los primeros recuentos en las votaciones para ir al
partido de las estrellas. Ricky es el tercer guard (base/escolta) más votado, sólo superado por
Chris Paul y
Kobe Bryant.
El fenómeno Rubio parece no tener límites. Y reconozco que me hace feliz verle jugar con ese desenfado natural, como si llevara toda la vida en Estados Unidos, adaptando sus cualidades a ese baloncesto menos encorsetado por los sistemas. Ricky Rubio, como proclaman, medio en broma y medio en serio, muchos fans en twitter, "es la verdad".
Dedicaba el otro día
Gonzalo Vázquez (que también sabe un rato largo de esto) una alabanza a Ricky Rubio que comparto plenamente. Decía que el día que tenga a su lado grandes finalizadores (en los Wolves tiene a
Kevin Love y, de momento, poco más)
Rubio será un arma nuclear.
Yo digo que algún día, en algún momento, en algún lugar, Ricky superará el listón de Pau Gasol, ese que parece infranqueable,
hará campeón a su equipo y cumplirá su destino.
Y eso que los logros de los
hermanos Gasol, o de
Calderón, ya son tremendos. Sumados a otros tantos que han probado y dado lo mejor entre los mejores. Desde los tiempos de
Fernando Martín todo ha cambiado tanto...
Antes un fenómeno como Martín era Paco Martínez Soria en Marte, habitual del banquillo, guiño exótico, sombrillita en el daiquiri. Hoy no, hoy el producto europeo (junto al argentino) es norma de calidad. Las vueltas que da la vida. ¿verdad?.
A ver si nos sale un monaguillo con talento y podemos seguir su evolución hacia la curia vaticana. Es lo único que nos falta, la verdad.
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2 comentarios:
uyyy un monaguillo...dejate,mejor nos centramos en el baloncesto, y dejamos la biblia al papa xD
Verillo, mejor nos centramos en el baloncesto, es verdad. Que lo otro no tiene futuro.
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