David Geffen nació pobre. "En América, la mayoría de los ricos empezaron siendo pobres", explica Tocqueville, con una fórmula célebre. Nacido en una familia judía europea emigrada de Tel Aviv (que entonces todavía era Palestina), Geffen creció en la década de 1940 en el barrio judío de Brooklyn en Nueva York. Es autodidacta y jamás terminó ninguna carrera universitaria, aunque se inventa un diploma de UCLA, la universidad pública de California, para obtener su primer empleo a los veinte años en una de las talent agencies de Hollywood, William Morris. Empieza distribuyendo el correo por los despachos y observa cómo la gente habla por teléfono. "Los escuchaba hablar y me dije: yo también puedo hacer eso. Hablar por teléfono". (...)
El paso al mainstream sigue siendo lo que quieren todos los artistas que buscan un público, y más aún lo que quieren todas las majors que buscan ganar dinero; al mismo tiempo, es la crítica recurrente de los puristas ante la comercialización (...). David Geffen no tiene estos escrúpulos: su objetivo precisamente es vender. No cree que haya diferencia entre la música creada por razones idealistas y la música creada para ganar dinero; ahora todo se mezcla. Y su éxito se debe a su capacidad para comprender que la música popular estadounidense está pasando de una época a otra: lo esencial no se basa en las raíces, el género y la historia, sino en la imagen, la actitud, la sensibilidad y el estilo (el cool). El funky Geffen está fascinado, literalmente, por los adolescentes de 15 años que ve por la calle, por su gran plasticidad cultural, porque no están cargados de valores y jerarquías a la europea. Geffen se ha convertido en un coolhunter, un cazador de lo cool.
Sobre todo, Geffen no cree que el dinero corrompa el rock. Y se lo reprochan: "Cuando David Geffen llegó a las aguas de California como manager, los tiburones entraron en el lago", ha explicado un productor. "Antes se decía: Hagamos música, el dinero es un by-product (un derivado). Ahora con Geffen lo que se dice es: Hagamos dinero, la música es un by-product", ironiza otro productor. Para defenderse, a Geffen le gusta describirse como un hombre honrado en un mundo deshonesto. Supongo que es irónico.
Su forma de trabajar consiste en implicarse totalmente en la carrera de sus artistas, pero al mismo tiempo no lleva una "vida rock", como muchos en la industria: cuando produce a Dylan, no se vuelve hippie, no se pone a tomar drogas con The Eagles, no tiene relaciones íntimas con sus estrellas como Berry Gordy con Diana Ross (declaradamente gay, a Geffen se le atribuye sin embargo una aventura con Cher). Es un hombre de negocios que ama sinceramente la música pero que no vive su mitología. Uno de sus biógrafos escribe más severamente: "Geffen toma el camino más corto hacia la caja registradora".
David Geffen ha tenido varias vidas. En 1975, abandona su discográfica, se la vende a la major Warner y se retira. Todos creen que está acabado. Lleva una vida laid-back (relajada), ve a sus amigos, es un hombre híbrido medio costa Este, medio costa Oeste, muy urbano, que se aburre con facilidad, insecure (siempre un poco angustiado). Da la impresión de ser un personaje de Woody Allen, como salido de Annie Hall, o a lo mejor del Cowboy de medianoche de John Schlesinger. Pero trabaja sin cesar, como siempre lo ha hecho, en nuevos proyectos. En 1980, reaparece y abre las oficionas de Geffen Records en el Sunset Boulevard de Los Ángeles, adonde atrae a John Lennon y a Yoko Ono para su comeback con el álbum Double Fantasy, que durante tres semanas resulta un flop hasta que... asesinan a Lennon. Entonces el disco se convierte en un hit mundial (sobre todo la canción Woman). Ahora Geffen es un hombre de negocios: "En la década de 1970, yo no era un businessman. Era simplemente un fan. Me movía por ahí y, oh my god, descubría a ese tío, a Tom Waits, formidable, y decidía hacer un disco con él. Pero en la década de 1980 me convertí de veras en un businessman". Con su nuevo sello, Geffen produce a Cher, Sonic Youth, Beck, Aerosmith, Peter Gabriel, Neil Young y sobre todo al grupo underground de Kurt Cobain, Nirvana. Estamos a principio de la década de 1990. Esta vez de nuevo le ha tocado el gordo. Al hacer gran público a un grupo grunge de ética DIY (Do It Yourself) que pretende ser el emblema del rock alternativo, Geffen convierte a Kurt Cobain, con sus vaqueros agujereados, en el portavoz de una generación. Esperaba vender 200.000 copias del álbum Nevermind; vende más de 10 millones. Ensalzado por la crítica y la industria, el grupo es adoptado a su pesar por MTV, que transforma instantáneamente a Kurt Cobain en una estrella mundial. Geffen gana la apuesta: hacer que Nirvana sea popular sin perder su autenticidad y su base. De emblema de la anticultura mainstream, Nirvana se convierte en mainstream. (Kurt Cobain, heroinómano notorio, se suicidará poco después de su tercer álbum).
El éxito de Geffen es considerable en la industria discográfica, hasta el punto de que ya se atreve a entrar en las industrias aledañas: coproduce algunas películas con Geffen Pictures, como Jo, que noche de Martin Scorsese o Entrevista con el vampiro, e invierte con tanta intuición como éxito en comedias musicales de Broadway (Cats, Dreamgirls), introduciendo el rock en los musicals.
De nuevo Geffen vende su sello, esta vez a MCA (hoy el fracés Universal Music), se hace un poco más multimillonario y se retira. A principios de la década de 1990, da unas conferencias en Yale, recibe al nuevo presidente Bill Clinton, que pasa unos días en su casa, y frecuenta los clubes cool de la época. (...)
También ayuda en esa época a su amigo Calvin Klein, que está en quiebra, a darle a su marca el cool que le falta, lo financia y lo impulsa al contratar al cantante pop Mark Wahlberg como modelo para su publicidad de ropa interior (las fotografías de Mark en calzoncillos de Herb Ritts y Annie Leibovitz relanzan a Calvin Klein en el mundo entero con el éxito que todos sabemos). Que a Geffen le gusten a la vez Jackson Pollock y Calvin Klein, Mark Rothko y The Eagles, Jasper Johns y Nirvana es un buen resumen de la mezcla de géneros culturales en Estados Unidos.
"David es un stand-up guy", me dice Jeffrey Katzenberg, cuando le pregunto por David Geffen (un tipo leal, que siempre está cuando lo necesitas). Fiel en la amistad, Geffen apoyó a su amigo Katzenberg, antiguo directivo de los estudios Disney, en el famoso proceso contra Michael Eisner, el presidente ejecutivo de Disney, y después de haberle hecho ganar 280 millones de dólares de indemnización fundó con él y con Steven Spielberg un nuevo estudio de cine en 1994, Se trata, como hemos visto, de Dream Works, que ha producido American Beauty, Shrek, Dreamgirls (sobre Motown), Kung Fu Panda y varias películas de Spielberg (Salvar al soldado Ryan y Minority Report, en coproducción). (...)
"David es probablemente uno de los pocos hombres de la cultura estadounidense moderna que ha tenido éxito en las tres industrias clave del entertainment: la pop music, las comedias musicales de Boradway y el cine de Hollywood. Es un caso único", me dice Jeffrey Katzenberg.
Extractos de un libro brillante:
"Cultura Mainstream. Cómo nacen los fenómenos de masas" de
Fréderic Martel
4 comentarios:
Pues a mi todos estos tipos ke "se han hecho a si mismos" me parecen una puta mierda.
A saber a cuantos habrá pisoteado para llegar a eso.
Y por cierto, no me gusta nirvana, ni Kurt, ni el grunge pero no creo ke Kurt se convirtiera en "el portavoz de una generación" gracias a este tio, sino a su "carisma" y a su muerte.
Hombre, Quercus, no deja de ser una historia curiosa. La mayoría de la gente pisotea a los demás sin conseguir nada.
Kurt se convirtió en el "portavoz de una generación" por su talento. A mí me resulta muy interesante también el talento de quien le descubrió.
Weeeno, pa gustos colores.
Respecto a lo de Kurt, ya te digo ke para mi el factor más importante para convertirse en lo ke es fue su muerte.
Quercus, está claro que el "mito Kurt Cobain" está sustentado por su muerte. No hay duda.
Pero en vida fue algo más que un artista normal. Estoy seguro.
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