El turrón de guirlache es el volcán tras la erupción, el magma acaramelado sobre un suelo de almendra. El turrón de guirlache es la España de antes, pero también es el futuro.
Tener algo duro entre los dientes es algo muy navideño, no hay duda. Por eso el guirlache aguanta, sobrevive en las alcantarillas del marketing.
El guirlache también es un poco la vieja y desdentada Europa.
Vale, no le prestáis ninguna atención. Borrad esa sonrisa de vuestra cara porque entonces, ¿qué atención esperáis merecer vosotros?.
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7 comentarios:
Yo soy más de turrón duro. El guirlache es demasiado duro, valga la disonancia. Los dientes sufren mucho con el guirlache ahora, está rico.
Yo no soy nada de guirlache, me sabe un poco a requemao.
Pues este año ha comprado uno mi madre en "La Tahona" de Salamanca que tiene pistachos, almendras, avellanas, miel, .... que está para chuparse los dedos y pasar la tarde sacando restos entre los dientes
Los alimentos que nos hacen decir ¡ñgñgñg!...se parecen a los que me inspiran a mi para un ensayo.
Los dulces navideños en general me hacen decir ¡¡ñgñgñg!!!...
Yo no soy de dulces, pero el guirlache es tan nuestro y tan de siempre,es de dejar que se disuelva en la boca,es como los caramelos "El Caserío" que siempre llevaba mi abu, que no te gustaban pero nunca le decías que no, en estos días me trae añoranzas... Y vale que yo soy más bien ácida y corrosiva.
Psss... si no lleva chocolate, no entra dentro de mi lista de elecciones.
Ya que se peca, se peca con alevosía y disfrutando...
Un abrazo :)
Niño desgraciaíto, el guirlache es el Vietnam de toda dentadura.
Anniehall, a requemao un poco antiguo. No te falta razón.
Peter, estás hablando de un ejemplar de guirlache de primerísimo nivel.
Los "pa'luegos" son muy prácticos para el tema de la recena.
Molinos, en la Academia no rehuímos esta polémica de los alimentos navideños.
También hablamos de los alimentos que hacen decir ¡josplis!.
E incluso otros manjares más sofisticados que nos hacen decir ¡coño!.
Poison Ivy, si es un pecado enternecerse y abandonarse a la nostalgia en Navidad... que nos detengan.
AM Editorial, yo reconozco que soy muy poco de turrón. Sólo me entrego al turrón de chocolate (que es la perdición de cualquier persona de orden).
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