Academia de Chimpancés (con peluca)

Si os empezara hablando drectamente de Musculus Erector Pili, pensaríais que le he puesto un nuevo mote a esa vecina casquivana que tenéis. Pero no, no va de eso. Empezaré por el principio.

¿Por qué se nos pone la piel de gallina?
Descartamos a las gallinas, porque en su caso la razón es obvia.
Pero ¿y a un chimpancé?

Si os digo que es por el frío asentiréis diciendo, muy listo, claro, sí, muy espabilao, cuéntanos algo que no sepamos.
Habrá incluso grupos de vosotros que manifestará una aversión violenta a la simplicidad de mi respuesta. Dirán: "¡El frío solamente, y una mierda!". Así, por ejemplo, empezó la guerra entre letones y lituanos en el siglo XVIII. En fin, chiquilladas.

El caso es que la turba enfurecida tendría razón, porque además de la temperatura exterior pueden influir las emociones, las alteraciones del ánimo.
Nuestro cuerpo, hermoso y primario, está preparado para conservar el calor. Cuando detecta la ausencia del mismo en la hipodermis pone en juego al Musculus Erector Pili, también llamado músculo horripilante. Eso hace que los poros se cierren y no se escape el gato. Es una forma de conservar calor.

Cuando una emoción nos pone la piel de gallina se produce la misma reacción primaria. Recordemos que nuestro organismo no está genéticamente predispuesto a que nos de un escalofrío tras una caricia o durante esa canción que tanto nos gusta. El cuerpo es sensible a la emoción intensa, y evolutivamente lo hace para reaccionar ante un peligro inminente. Por eso la agitación desencadena, entre otros, ese mecanismo defensivo. Conservar el calor, primero, erizar los pelos como medida intimidatoria, en segundo lugar.

Por eso, la próxima vez que alguien os bese la espalda suavemente, pensad en la piel de gallina como en una antiquísima precaución parasimpática. Que no se diga luego que no os resististeis a la tentación.

Lo dicho. No durmáis destapados que hace frío.
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