¿Alguna impresión acerca de la huelga?
Sí, que estoy hasta los santos huevos.
Escuchar ayer a un coche con altavoces recorrer el centro de Huesca con el "Canto a la libertad" de
Labordeta como reclamo sindicalista fue la gota que colmó el vaso. Se me saltan los botones del pantalón de la paciencia, por decirlo finamente.
Había empezado el día visitando para un sencillo trámite las oficinas de la Administración (una de tantas: central, regional, comarcal, local...). Fue devastador. Allí la huelga, por lo visto, es perpetua. Los funcionarios dando ejemplo. Sé que generalizar suele ser injusto, pero ya sé quién NO salvará al país.
Ojo, no me corresponde a mí decidir si hay muchos o pocos funcionarios, o si un alcalde tiene que tener no-sé-cuántos asesores o si el presidente va al teatro en jet privado o si el monarca tiene un barco. El caso es que alguien tiene que pagarles, a los imprescindibles y a los inútiles.
Al trabajador de a pie le toca pagar una parte, de eso no hay duda. Merecen quejarse a pleno pulmón. Eso el que pueda trabajar. Porque claro, no todo el mundo tiene la misma suerte. Tropecientosmil parados esperan que alguien aproveche sus capacidades... y acabarán jodidos, aceptando lo que sea y al sueldo que sea. Antes había mileuristas y ahora novecienteuristas (o como se diga). Mañana ochocienteuristas, como si lo viera.
Y seguimos igual. Una empresa que te ingresa 900 € todos los meses tiene que pagar en realidad 1.500 o 1.600 €. Si tienes suerte y te paga 1.200 €, le saldrá por más de 2.000. Coincidiremos entonces en que para que una empresa decida pagarte eso tiene que saber que va a poder recuperarlo (después de pagar el resto de impuestos chorras, las inversiones hechas y las imprescindibles para seguir siendo productiva). Que cada uno eche sus cuentas.
Porque oye, la empresa de al lado (no hablo del BBVA o Telefónica) también lleva jodida mucho tiempo. Bendita aquella que puede cerrar sin que sus socios tengan que poner dinero. A los que se han llenado los bolsillos a base del ladrillo y el chollo que les jodan, ahí se las den todas, ¿pero a los demás? ¿alguien respalda a los demás?. Hay muchas empresas de este país que funcionan porque no hay más remedio, porque no pueden decir hasta aquí hemos llegado.
Es dramático porque el crecimiento del 90% de Pymes de este país se ha hecho a base de que sus socios expusieran su patrimonio. Y si dejan de pagar a hacienda o al banco de turno perderán hasta la camisa. Y si llegan justos para pagarle a hacienda a lo mejor es a costa de dejar de pagar a sus trabajadores. Y si sus trabajadores no cobran cómo harán frente a sus hipotecas, a sus gastos diarios...
Recordemos que, a fin de cuentas, la riqueza no se genera por decreto, se genera produciendo.
Odio simplificar, pero tengo la impresión de que todos creemos merecer una oportunidad que cada vez está más lejos.
Ni el trabajador es un caradura, ni el empresario un explotador. No hay que perder derechos fundamentales, pero tampoco creerse que en este laberinto de normativas absurdas vamos a encontrar esa competitividad que tanto nos hace falta.
Si al menos alguien pudiera rebelarse y ganarse la vida por sí mismo... pero no, esa es la escoria de entre la escoria. Sí, esos somos nosotros, los autónomos.
A un autónomo no se le puede acabar el trabajo porque entonces se quedaría sin paro y sin nada (eso sí, la seguridad social la paga igual). Inasequible a las enfermedades (los autónomos nunca tienen bajas por depresión), el pringado patrio es el especimen más oscuro de esta huelga. Los demás le miran extrañados. ¿Trabajando un fin de semana? Bueno, qué pasa. A mí me gusta.
Yo soy autónomo y sólo reivindico unas cuantas cosas:
Que me dejen trabajar, que en el peor momento no me pida el Instituto Nacional de Estadística que les rellene una farragosa encuesta con todos mis datos económicos (que el estado ya tiene) y me amenace con una multa si no lo hago en el plazo estipulado. A mí, a un puto autónomo que apenas logra sacar la cabeza del fango.
En definitiva, ruego que me dejen ganarme la vida tranquilo, sin molestar a nadie, que no se inventen una tasa nueva cada dos días, que no me insulten y que no me roben.
Hala, ahora que cada palo aguante su vela.
Yo ya me he desahogado un poco, algo es algo.
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