Cuando yo era niño (hace dos días), corrían todo tipo de leyendas urbanas en relación a los terribles efectos que tenía jugar con la ouija. Unos muchachos van a hacer espiritismo a un cementerio y la lían parda, mueren unos, viven aterrados para siempre los otros... En fin, a quién se le ocurre acabar la noche en un cementerio habiendo afters.
En otra historia se juntan varios chavalillos en una casa abandonada. La ouija les dice a dos de ellos que ya se están largando. Mientras van camino de su casa, algo contrariados, escuchan el estruendo de la casa derrumbándose sobre sus amigos.
Mi preferida es la del escéptico que en la sesión espiritista se burla de todo, el demonio toma nota y se lo hace pagar.
Al final siempre es la misma historia, tened cuidado, con los espíritus no se juega, son de un rencoroso...
Algún sustento tenían esas leyendas urbanas, está claro. La sugestión acaba siendo tan peligrosa como la realidad. La ouija es como la política, si te lo tomas en serio lo llevas crudo.
El caso es que ya talludito, con unos 23 o 24 años, me lancé a mi primera sesión de ouija en el piso que compartía en Zaragoza.
Un humo fresco nos envolvía (ya me entendéis) y sería por eso o por lo que fuera que nos relajamos lo suficiente para fabricarnos una ouija casera. A las letras, números y los comandos básicos: "Sí", "No", "A veces", "Hola", "Adiós", añadimos unos cuantos nuevos: "Rocanrol", "Pero tú eres tonto o qué te pasa" y "Todo el mundo se mueve un asiento hacia la derecha".
Menudos buenos ratos pasamos aquella tarde. Hablamos con
Kurt Cobain, con
John Lennon, con
Camarón y con
Satán (o uno que se hacía pasar por él). Todo sin dramatismos, con buen rollo. A lo mejor
Kurt Cobain se encabronó un poco con el cachondeo general, pero ya sabéis como era, que no sabía aguantar una broma.
Al final, de aquella sesión han muerto todos los participantes menos yo. Pero vamos, que no fue por la ouija, que los maté yo porque quise, no os preocupéis.
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6 comentarios:
Soy el fantasma de Kurt Cobain y os tengo que decir que os pasásteis un huevo, joer, tío.
Kurt, macho, que yo te admiraba. Pero es que te ponías tan serio que nos daba la risa.
Venga, un abrazo. Olvidemos las rencillas.
Pues yo, que soy muy pava, nunca me atreví a hacer la ouija esta.
A plena luz del día y con un par de cervezas, Nana, te desinhibes y sale todo de forma natural.
Me refiero a la ouija, claro.
Es que esa tablita es muy "ouijadeputa",eh?
Jajaja, sí, es muy suya, Orleans.
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