La tecnología avanza a un ritmo trepidante. Detengámonos un instante a contemplar la belleza del cambio, la sustitución inapelable de lo viejo por lo nuevo.
El lenguaje hace esfuerzos por avanzar al mismo ritmo atribulado, buscando el acuerdo social (que es lo mismo que decir: de un modo caprichoso y torpe), inventando palabras a volapié, en un par de sobremesas de copa y puro, que luego tienen que ser llenadas de contenido rápido, antes de que llegue la siguiente ola, en el ciclo inevitable de respiración-aguadilla en el que nos ha metido el progreso.
Los gurús empiezan a prefigurar la web 4.0
¿4.0? Pero... ¿y entonces la 3.0 ya está entre nosotros o es que salió rana como la Cherry-Coke?
Ah, por cierto, ya que estamos, ¿me explica alguien adecuadamente lo de la 2.0?
¿Sabéis lo que os digo? Que antes de que invente alguien la 4.0 yo voy a preparar la
5.0
A ver quién me lo discute entonces.
Aquí va el reto, el gran secreto de la web 5.0. Voy a anticiparos lo que estará en plena vigencia (crisis mediante) en junio del año 2011 (al principio sólo por las mañanas):
Webs comestibles.
Programadores, diseñadores y cocineros unidos por la expansión definitiva. Nuevas interfaces, nuevos avances, nuevos placeres. Una compleja revolución internacional de sabores y texturas.
Estoy deseando haceros una tarta.
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2 comentarios:
La primera imagen es enternecedora. Pero cuidado, a ver si le vas a dar a Agustín Fdez. Mallo ideas para nuevo libro...
La tarta promete.
Ra, ya verás ya. Cuando pueda invitaros a tomar el té a mi blog y os podáis imprimir un poco de tarta... eso sí que será web social.
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