Los Tarantos - 1963 - Director:
Francisco Rovira Beleta
Reparto:
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Carmen Amaya (
Angustias)
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Sara Lezana (
Juana)
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Daniel Martín (
Rafael)
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Antonio Gades
Guión:
Alfredo Mañas (basada en la obra teatral del mismo autor "Historia de los Tarantos")
Fotografía:
Massimo Dallamano
Música:
Andrés Batista,
Fernando García Morcillo,
José Solá y
Emilio Pujol
Sólo por ver la Barcelona de los años 60, con sus barriadas gitanas de Montjuic, el Somorostro (hoy Villa Olímpica), la plaza de España, los viejos edificios, diferente a ese espectáculo de cartón piedra que a veces simula ser en la actualidad, vale la pena acercarse curioso a está película. Lo siguiente será un trance hipnótico que nos impedirá dejar de mirar la pantalla. Nos hará gracia casi todo, aunque sea un drama, pero no podremos ser ajenos a su enigmática belleza.
El mito de "Romeo y Julieta" trasladado a un conflicto extraño entre familias gitanas (los Tarantos y los Zorongos), convertido en documental (repito, las imagenes testimoniales no tienen precio), en musical desaforado para mayor gloria de
Antonio Gades o la gran
Carmen Amaya (que moriría poco después de acabar el rodaje). La dialéctica del baile comunica a los personajes, les hace recorrer al instante largos trayectos, como el que va de conocerse a enamorarse, o el que va de la repudia al cariño.
Pero hijo, ¿otra vez duermes vestido? ¿es que estás enamorao?. Hay frases más que antológicas. También requiebros a la censura, prisas argumentales, surrealismo, caos formal, mugre hermosa.
Entre el costumbrismo alocado prevalece el mismo mensaje del original
shakespeareano: el odio sólo provoca más odio, más dolor. Con una connotación especial: padres enfrentados por una afrenta lejana, hijos que lo sufren y una nueva generación que trata de superar la estupidez perpetua de los rencores y los bandos. Pensadlo bien, pocas veces se describió a España mejor.
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5 comentarios:
Pues ésta no la he visto, profe, pero me la apunto.
Ayer vi La leyenda de la casa del infierno; qué cosa más mala, por dió.
Que sepa que estoy zapateando ahora mismito como muestra de total acuerdo con sus palabras. Mientras la veía creía que el absurdo argumento era lo que atraía mi atención. Luego he tenido que reconocer que la película me gustó mucho, que la escenografía era brutal y que un buen baile puede compensar algún giro argumental más que dudoso. Olé y olé!
Nana Nicotina, es de esas películas que marcan, para bien o para mal. Como la prueba del pañuelo.
Cardo, me alegra que tengamos opiniones similares sobre esta joya de la cinematografía patria (con exclamaciones y todo).
Zapatea de felicidad, como una tarántula.
Peliculón. La escena de la playa es perfecta. Romeo y Julieta, en guitano.
La verdad es que sí, Cambridge. Tiene algo, no estoy muy seguro de lo que es, supongo que autenticidad, que hace a la película diferente a todo lo demás.
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