Gremlins - 1984 - Director:
Joe Dante
Reparto:
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Zach Galligan (
Billy)
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Phoebe Cates (
Kate)
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Hoyt Acton (
Rand)
•
Keye Luke
Guión:
Chris Columbus
Música:
Jerry Goldsmith
A mitad de camino entre el cuento navideño y la serie B, la historia nos traslada a un pueblo americano de postal donde los personajes arquertípicos de toda la vida escenifican las miserias y las grandezas del homínido medio. Ese escenario nos ayuda a comprender que el germen de lo monstruoso está en lo cotidiano, que todos hemos llevado un gremlin dentro.
Gizmo, el cándido mogwai, tierno, achuchable, simboliza la niñez. Unas cuantas reglas sencillas mantienen el equilibrio, parece todo demasiado fácil, y no lo es, porque las reglas están para transgredirse, porque late, se espera, se gesta, la metamorfosis.
Así es, no sólo fue una película “para” adolescentes sino también “de” adolescentes.
La pubertad tiene símbolos evidentes: irresponsabilidad, caos, comportamiento gregario, acné, pelo de punta, cambios físicos, cambios de voz, cambios de conducta, puteo a los vecinos, testosterona, síndrome premenstrual, agresividad. Se empiezan mojando la garganta en los botellones, salen y comen a las tantas, rehuyen la luz del sol...
Una cinta VHS rebosante de palomitas y rebeldía social. Humor negro del bueno entre escenas de relleno.
Destacar el momento espejo en la que los gremlins hacen el macarra en el cine mientras, seguramente, los jóvenes espectadores de cualquier rincón idílico del planeta hacen lo propio, sucumbiendo a inexorables imperativos biológicos.
En definitiva, como el narrador dice en una de las primeras frases de la peli:
Sí, ya sé, quién no tiene una historia que contar. Pero nadie tiene una como esta. Todos vivimos nuestra adolescencia como el abismo único de un ser único.
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