Hablando de casualidades de esas que si las ves en una película no te las crees (Magnolia dixit), os cuento una que a mí me llama mucho la atención, me da que pensar y es verídica.
Turín, 1967. Por un lado tenemos a Luigi Meroni, futbolista de 24 años del Torino de los años 60, todo un fenómeno social, driblador incansable en el campo y bohemio fuera de él, pintor, estilista, genio y figura. Acaba de rechazar un cheque en blanco del máximo rival, el Juventus de la familia Agnelli; no lo necesita.
Por otro lado tenemos a Attilio Romero, un joven imberbe de 18 años, perteneciente a la alta burguesía piamontesa. Meroni es su ídolo, lo adora, se viste como él, se peina como él, es capaz de pelearse con cualquiera que le insulte (como si se tratara de su hermano). Sueña con conocerle algún día.
Y el encuentro se produce, claro. Acaba de terminar el partido entre el Torino y el Sampdoria, y Attilio Romero monta en su coche, feliz por la victoria de su equipo. Avanza un tiempo hasta la calle Rey Humberto, una figura se le echa encima y no puede evitar atropellarla. Baja del coche y lo reconoce al primer vistazo, es él, Luigi Meroni.
Llama a un médico, su propio padre, pero no pueden evitar que muera horas más tarde.
La historia del club de sus amores, el Torino, estaba marcada de antemano por el equipo fabuloso de los años 40 que acabó pereciendo en el desastre aéreo de Superga. Era como una fatalidad cíclica.
El accidente aéreo fue en 1949, año del nacimiento de Romero.
El piloto del avión se llamaba... Luigi Meroni.
Estas cosas ocurren. A todas horas.
El féretro se colocó en el estadio y la afición, conmocionada, se congregó en masa a despedir al jugador más carismático de toda Italia. Tras el entierro, la muchedumbre siguió un extraño rumbo. Acudió a la casa del joven Attilio Romero, sumido en una horrible depresión, a animarle, a gritarle: "no tienes la culpa, sigues siendo uno de nosotros".
Y como las historias no terminan nunca donde uno las deja, sino donde quieren, el año pasado el Toro, el flamante Torino Calcio, cumplió 100 años, habiendo recuperado un puesto en la primera división italiana después de años de zozobra. Su presidente tenía cierto aire familiar y la sonrisa de quien se acaba de reconciliar con la vida. Su nombre, Attilio Romero, el muchacho que sin querer mató a su ídolo.
¿Fin?
10 comentarios:
Impresionante historia. Aunque más impresionante aún, tal y como está la gente, es la reacción de ir a animar al chico en lugar de a despedazarlo. Admirable y aplaudible. plas, plas, plas.
Deberías poner un blog para contar estas historias. Im-presionante.
Se me ha erizado la piel.Qué barbaridad!
Me gusta.
La vida tiene misterio. Puntos en común, tragedias y euforias. Poco justa, pero tremendamente imaginativa.
Como las cosas que más te llenan que serán, inevitablemente, las que más te vacíen.
Interesante relato
Fue un bonito gesto, Burbu. Lástima que la gente en masa sea capaz de lo mejor y de lo peor.
Guillermo, si hago un blog a parte con estas historias no vendréis a visitar este. Mejor la variedad ¿no?
La vida está llena de estas cosas, Orleans. Por eso la piel se eriza y se deseriza. Bárbaro.
Empanadilla, la vida sucede. Y lo que sucede, por definición, es libre e indomable.
Es mejor que si han de vaciarte te vacíen del todo. Eso significa que vives.
Pequeña Silvi, bienvenida. Interesante relato (basado en hechos reales), que da para la mejor reflexión y el peor culebrón.
Muy interesante y a la vez inquietante, una de las cosas que mas temo son las casualidades, cabría preguntarse si realmente lo son, pero entonces entraríamos en un debate mas complejo y aunq a mi me gusta darle vueltas al coco hay cosas que no tienen mas explicación, es la sal de la vida? pues que quieres, yo a veces la preferiría mas sosa :P
Dicen que las casualidades existen porque nuestra atención sólo se fija en los sucesos extraordinarios y desprecia lo rutinario, Tekace. Pero yo creo que hay casualidades que tienen una causa, que siguen un patrón en la vasta economía del universo. Lo creo porque me da la gana. Y porque suena bien.
Me ha gustado. Pero mucho, ¿eh? Y eso que yo siempre fui de la Juventus. Hasta me compre la camiseta de Vialli.
Mediocentro del Torino, una gran historia. Ahora tienes que comprarte la camiseta del Torino para compensar. Pero la que llevaba Martín Vázquez.
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