Reconozco que cada día me interesa menos la política, que se ha convertido en un juego de prestidigitación en el que no importa el pensamiento, sólo la imagen, la seducción del mensaje repetido, la careta, el carné de socio. ¿Somos estúpidos? Miremos un momento nuestro parlamento... a ver... sí, correcto. Gilipollas integrales.
Un grupo de miserables asesina a dos pobres inocentes, y los suma a una lista macabra. Asesina, mata a quien pase por allí, porque su forma de entender el mundo no puede explicarse de otra forma. Bien, perfecto, son virtuosos de la irrealidad, son serpientes.
Pero resulta que abro los periódicos y me encuentro con una manifestación en pro de no sé qué. Porque antes sí había muchas manifestaciones de repulsa; pero ahora no, ahora se pide la paz o no sé que palabra-basura más. ¿Paz? pero si eso es fácil: tú no me matas a mí, yo no te mato a ti.
Al presidente del gobierno le digo que es un idiota y un irresponsable, y él podrá decirme a mí que no soy un hombre de talante, de paz.
Al líder de la oposición le digo que es un incapaz, que se vaya a hacer gárgaras y él podrá decirme que le insulto a él, y también a las víctimas.
A los partiduchos nacionalistas que sostienen al gobierno les digo fascistillas de todo a cien, y ellos me responderán que yo soy el facha. No, tú. No, tú más.
A
Jiménez Losantos le digo radiopredicador de saldo, y él me llamará, con suerte, rojillo siniestro.
A
Gabilondo le llamo cortesano mediático, prostituta de lujo, y él me llamará desagradecido y parcial.
A los "artistas" asociados les llamo chupópteros, vacíos de ideas como sus propias cabezas, y ellos me llamarán pirata, mequetrefe y derecha cerril que intenta acabar con la cultura.
Hasta aquí, todo normal.
A los asesinos les llamo asesinos. Y ellos, si les viene bien en ese momento, se preocuparán amablemente de darme la razón.
Yo sé con qué bando estoy, con el que no mata.
Que dejen de hacer el ridículo, los unos y los otros. Nos tiene que servir el ejemplo para darnos cuenta de en qué clase de borregos nos hemos convertido. Autocomplacientes, ciegos, sin espíritu crítico. Somos la presa perfecta de tanto vendepatrias.
También somos el cadáver útil en la mente perturbada del psicópata abertzale radical y de su puta madre.
PD.- No me apetece entrar en debates que no llevan a nada. Si alguien quiere comentar algo que lo haga (mientras mantenga las formas). Pero yo no responderé. Porque estoy harto. Porque yo soy un ser humano, esa es mi patria, mi frontera, mi debilidad, mi confesión. Y mi lengua es el sentido del humor, aunque todo este rebaño de estúpidos me agrien el carácter.
Y los etarras y sus pajilleros me dan asco.
Punto y final.