En una oficina vieja me agencié un libro-cuaderno enorme que tenía escrito en la tapa: DIARIO.
Con el tiempo supe que se refería al libro diario de la contabilidad. Allí empecé un diario veraniego en el que explicaba mi apasionante vida: qué había comido y qué trapisondas me habían ocurrido en la piscina, en casa o viendo la tele. Era el año 1987.
No era la primera vez que escribía algo. Si lo leo hoy, me asombro al encontrar algunos de los rasgos de mi estilo literario lamentable (como los paréntesis chorras, por ejemplo). Tenía buena letra y buen intención. Era joven.
El 6 del 6 del año 6 comencé con este blog. Otra vez volví a empezar, se puso todo a rodar. Y también me reconozco en los primeros posts como frente a un espejo (un poco sucio).
Ahora el blog ha cumplido 12 años "dejao en el abandono".
Vengo de vez en cuando a lustrar el mármol y cortar la maleza. Prometo siempre que volveré con un material que se adapte al medio. Tengo el bosquejo de posts prometedores en una libreta. Sigo revoloteando en Twitter y me lo paso bien. Pero en días como hoy me dan reflujos de nostalgia y me pongo tontorrón.
Todavía tenemos que hacer algo gordo de verdad. Tomaremos el Palacio de Invierno.
Esto sólo acaba de empezar.
6 de junio de 2018
Hoy me he levantado y he ido a trabajar. Luego he jugado un rato con el tente y el internet.He cenado gazpacho y jamón serrano. Ahora a fregar los platos.