jueves, abril 21, 2016

Prins

Ha muerto el pequeño Prince (artista antes conocido como "Artista antes conocido como Prince").
Ha muerto un grande.
En términos de densidad (talento / volumen) difícil de igualar.

Lo recordaréis por la canción que le compuso al Joker, la que le compuso al grupo de rock Kiss o, sin ir más lejos, la que compuso en mi honor (Sexy Motherfucker).

Y seguro que os pilló sin paraguas el chaparrón de Purple Rain.

Hoy me he acordado de esta panoplia de anécdotas que exhibía el cachondo de Kevin Smith en una de esas charlas que da por los pueblos de la piel de búfalo.
Cuenta su experiencia al trabajar para-con-contra Prince en un documental muy especial.
No os lo chafo, mejor lo veis (si os apetece).

Parte 1

 

Parte 2

 

Parte 3

 

 y Parte 4

 


Que Prince estaba un poco zumbao nos lo imaginábamos. Joder, era un genio, excéntrico y forrado, no se puede ser de otro modo. Y en realidad me parece muy tierna la imagen que del músico da el bueno de Kevin Smith, por muchas risas y mala leche que destile.
Los divos no se escogen.

Me he acordado de todo ese material inédito que guardaba oculto.
No tardaremos en ver alguna de esas imágenes ¿no os parece?

Show must go on!

viernes, abril 15, 2016

Dos versiones (todavía colea el Sodoma-gate)

He pensado un poco en el post bíblico del otro día.

Sobre todo en lo que comentaba el Exseminarista ye-yé. Decía que si Lot, su esposa curiosa y sus hijas eran los justos de Sodoma... cómo debían de ser el resto. Y no le falta razón. A priori se trata de una maravillosa argucia literaria para poner altísimo el listón de la depravación.

¿Seguro?

Me ronda por la cabeza una explicación alternativa. Os la cuento. La familia de Lot era sodomita perdida (siempre en el sentido del gentilicio más estricto).
Porque el clima moral, bueno o malo, que rodea a un individuo o grupo tiene que dejar huella a la fuerza. Si te crías en un mundo utópico en el que la gente no cierra las puertas de sus casas porque se fían unos de otros, acabarás haciéndolo tú también y te escandalizarás muchísimo cuando alguien desafíe a esa buena intención imperante. En la cara B, el disco de lo inmoral convence y contagia por igual.

Me atrevo a decir entonces que Lot y compañía eran tan cabrones como sus vecinos (o más).
Entonces ¿por qué se salvaron?

Por enchufe.
Lot era sobrino de Abraham. No busquéis más.
A Yaveh no le costaba nada librar a su patriarca del soponcio. Sobre todo después de aquella broma en la que le dijo: "mata a tu hijo" y esperó hasta el último segundo para detener su brazo y decirle que mejor no.

Fue, posiblemente, el primer ejercicio documentado de tráfico de influencias de la historia.

¿Pero qué haces, loco?

martes, abril 12, 2016

Depravado Testamento

A vosotros os gustan las historias sórdidas, los enredos extremos, tipo Breaking Bad o Fargo.
Pues el de hoy sucedió en un lugar muy lejano, el Génesis.



La cosa empieza con los dimes y diretes del desierto. Yaveh ya ve (por fin) que lo de Sodoma y Gomorra pasa de castaño oscuro. No es que se desmanden un poco para las fiestas mayores, como en cualquier otro pueblo. No, aquello es un sindiós. Y por ahí no pasa, claro.
Está muy muy cabreado.
Su ojito derecho, Abraham, se da cuenta y trata de interceder por Sodoma.
Tan cansino se pone que acaba arrancándole una promesa al Creador:
Entonces respondió Jehová: Si hallare en Sodoma cincuenta justos dentro de la ciudad, perdonaré a todo este lugar por amor a ellos.
Y Abraham replicó y dijo: He aquí ahora que he comenzado a hablar a mi Señor, aunque soy polvo y ceniza. Quizá faltarán de cincuenta justos cinco; ¿destruirás por aquellos cinco toda la ciudad? Y dijo: No la destruiré, si hallare allí cuarenta y cinco.
Y volvió a hablarle, y dijo: Quizá se hallarán allí cuarenta. Y respondió: No lo haré por amor a los cuarenta.
Y dijo: No se enoje ahora mi Señor si hablare: quizá se hallarán allí treinta. Y respondió: No lo haré si hallare allí treinta.
Y dijo: He aquí ahora que he emprendido el hablar a mi Señor: quizá se hallarán allí veinte. No la destruiré, respondió, por amor a los veinte.
Y volvió a decir: No se enoje ahora mi Señor, si hablare solamente una vez: quizá se hallarán allí diez. No la destruiré, respondió, por amor a los diez.
Llegado a ese punto, Jehová arqueó una Santa Ceja para que el patriarca cerrara la puta boca.

El Señor mandó a unos ángeles a Sodoma a ver el percal y un sobrino de Abraham que allí vivía, llamado Lot, los acogió en su hogar.
No habían acabado de cenar cuando la muchedumbre se agolpó a las puertas de la casa.
Y llamaron a Lot, y le dijeron: ¿Dónde están los varones que vinieron a ti esta noche? Sácalos, para que los conozcamos.
Como Lot ya sabía a qué venía esa cuadrilla de viciosos les dio largas:
He aquí ahora yo tengo dos hijas que no han conocido varón; os las sacaré fuera, y haced de ellas como bien os pareciere; solamente que a estos varones no hagáis nada, pues que vinieron a la sombra de mi tejado.

La cortesía de Lot es legendaria, tal vez excesiva para mi gusto.
La multitud rechazó el cambiazo, porque a veces en la prohibición se sustenta el deseo. Amenazaron con tirar la puerta abajo y los ángeles tuvieron que intervenir cegando a muchos de los acosadores. Y aún así alguno se sacó la chorra y todo. Una estampa muy edificante. Superbíblico.

El informe que presentaron ante el Creador los peritos angélicos fue claro: Había que destruir esa ciudad de degenerados cuanto antes.
Acompañaron a la familia de Lot en su huida y les pidieron sólo una cosa: que no miraran atrás.
Entonces Jehová hizo llover sobre Sodoma y sobre Gomorra azufre y fuego de parte de Jehová desde los cielos y destruyó las ciudades, y toda aquella llanura, con todos los moradores de aquellas ciudades, y el fruto de la tierra.
Huyó Lot con sus dos hijas. Su esposa, conocida en la Biblia con el nombre de "La mujer de Lot" sucumbió a la curiosidad, miró hacia atrás y se convirtió en una estatua de sal. Digo yo que la partirían en trozos y se la llevarían. No estaban para desperdiciar nada.

Un impresionado Lot decide entonces habitar una cueva con sus dos hijas. Las dos criaturas se dan cuenta de que esa vida de ermitaños tiene sus desventajas.
Y dijo la mayor a la menor: "Nuestro padre es ya viejo, y no hay aquí hombres que entren a nosotras, como en todas partes se acostumbra. Vamos a embriagar a nuestro padre y a acostarnos con él, a ver si tenemos de él descendencia".
El plan es loquísimo, pero funcionó.
Embriagaron pues a su padre aquella misma noche, y se acostó con él la mayor, sin que él la sintiera ni al acostarse ella ni al levantarse. Al día siguiente dijo la mayor a la menor: "Ayer me acosté yo con mi padre, embriaguémosle también esta noche y acuestas tú con él, para ver si tenemos descendencia de nuestro padre, y se acostó con él la menor, sin que ni al acostarse ella, ni al levantarse, la sintiera.
A ver, yo no quiero discutir, pero, una de dos, o el redactor de este capítulo exagera un poco o Lot era el típico ansias que se emborracha, pierde el oremus y al día siguiente tiene una enorme laguna de 5 horas.

Las dos mujeres conciben dos churumbeles. El de la mayor se llamó Moab, y el de la hermana menor, Ben Ammi.

¡Ben-Ammi!
Come to me!

Esto es oro puro.
Toda la Biblia, que es palabra de Dios revelada (como se revelaban antes los carretes de fotos), tiene un punto de humor sucio y sofisticado que merece ser reivindicado.

viernes, abril 08, 2016

Ficción

Siempre me ha gustado esa afición de algunos escritores (Borges, Eco, Cervantes...) de inventarse libros; publicaciones que nunca existieron, pero de las que alguien habla o recuerda una cita o una idea, lo que acaba convirtiendo esos libros inexistentes en algo más real que otros que sí existen pero nadie lee.

Me he acordado mientra veía este vídeo colosal de un muchacho leyendo libros falsos en el metro de Nueva York.
Las carátulas y los títulos son una obra maestra.
Tal vez alguien debería escribirlos alguna vez.




Con un nivel medio de inglés o un buen diccionario se entiende todo.

viernes, abril 01, 2016

Resurrecciones



Has estado unos días de vacación, lejos del blog y de la vida.
Fuera de la vida. Es decir, viviendo.
Has estado al otro lado, pero tienes que volver. Y tampoco pasaría nada porque escribieras un post para la Academia de Chimpancés. Venga, no seas perezoso. Piensa en algo.

Así, de esa forma trivial se resucita un blog con catalepsia post-vacacional.
Primera resurrección.


*  *  *


Te ha costado mucho (10 minutos) pensar en el tema del post. Es domingo de resurrección. Puedes escribir sobre los domingos (¡o las domingas!), pero no,,has decidido escribir sobre el espinoso tema de la resurrección.
Empiezas a teclear.
Al principio rápido, luego se te acaba la gasolina.
Ya lo acabarás luego, te autoengañas.

Vas a comerte una paella con tus amigos.
Se te va la vida. Pierdes el hilo. Cuando llegue lo acabo.
Pasa el domingo, te despistas, ha muerto la inspiración.

Ay, ya es lunes. El post tenía gracia el domingo, ahora no.

El viernes siguiente el post vuelve a tu cabeza, es decir, a la vida.
¿Y si lo acabo?
¿Y si lo resucito?
Segunda resurrección.


*  *  *

Una sucesión de resurrecciones en un post sobre resurrecciones.
Esa sencilla idea justifica el desfase temporal.

¿Cómo empiezo?
No quiero ser blasfemo, pero tengo que contar la verdad, la intrahistoria de ese post fallido.
Todo empezó cuando vi esta foto.


Si iba a reflexionar sobre la resurrección, tenía que hablar primero de metempsicosis, transmigración de las almas y esas cosas hindús o hindúes (que de ambas formas puede decirse).

Morir y renacer convertido en silla, en matojo, en tortuga o en orangután. Menudo negocio ¿verdad? Menuda tómbola.
Pero por muy atractivo que sea pasear por esos cerros, nos circunscribiremos a la resurrección clásica.

Tampoco esperéis zombis o zombies (que de ambas formas puede escribirse), hablamos de recuperar el status de ser viviente de forma limpia, sin maldiciones, piel putrefacta o coreografías.


En un vistazo rápido a la wikipedia he visto algunas resurrecciones, además de la típica.
Todas son diferentes a la del Hijo de Dios, porque la muerte y resurrección de Jesucristo prefigura la nuestra. Está diseñada como una especie de prueba definitiva. El cristiano ha de creer en ello.
Lo dice el propio Evangelio:
«Si Cristo no resucitó, vacía es nuestra predicación, vacía es también nuestra fe» (I Corintios 15:14)
Pero a mí me interesan otros casos más mundanos. El hijo de la viuda de Sarepta o el hijo de una sunamita en el Antiguo Testamento. La hija de Jairo, el hijo de la viuda de Naín o Lázaro de Betania en el Nuevo Testamento.

Nos quedamos con Lázaro y la secuencia de los hechos (numerada).
1. Lázaro enferma
2. Avisan a Jesús
3. Jesús se hace el remolón
4. Dos días después se acuerda (¡hostia, Lázaro!)
5. Llega apurado
6. Se encuentra a Lázaro muerto y enterrado
7. Le echan la bronca
8. Llora Jesús
9. Se viene arriba (¡Que quiten la piedra del sepulcro!)
10. Milagro de los gordos

Te lo hemos envuelto para regalo, Maestro
- ¿Guardáis el ticket?

Todavía podemos hacer el esquema más claro.

Lázaro;
1º) Nace
2º) Vive
3º) Muere
4º) Resucita
5º) Vive de nuevo, flipando mucho
6º) Muerte otra vez

Y aquí llegamos al verdadero fondo de la cuestión.
Los budistas blablablá... Schopenhauer blablablá... los cristianos blablablá... los antiguos egipcios búho serpiente, búho serpiente, búho serpiente..,  Pero al final todo eso es algo abstracto. Muy de cada cual.

A mí lo que de verdad me viene interesando es la peripecia de Lázaro. Muere, resucita y va tirando hasta que se vuelve a morir otra vez.
Bueno, no resucita por sí mismo, lo resucita el Hijo del Jefe. Menuda responsabilidad.

Yo imagino a Lázaro al día siguiente tropezándose, cayéndose por un terraplén y matándose de nuevo (vaya semana llevas, tío). Y Jesús todavía por Betania, porque se quedó a hacer merienda-cena y se le hicieron las tantas.
¿Qué tendría que hacer Jesús entonces?
¿Resucitarlo otra vez?
¿Cuántas veces merece resucitar una persona adulta?

Yo si fuera el Mesías (¡¡que no paren las blasfemias!!) lo tendría claro: Una resurrección por persona. Porque si no la gente se relaja.


*  *  *


Vamos ir cerrando este sepulcro, para bien o para mal.
Aunque soy como ese malo de las películas de terror al que das por derrotado y aún te da un último susto.

Todos moriremos. Esa es una buena noticia, sobre todo en mi caso.
Y morir es, por definición, terminar con la vida.
Y, sin embargo, resucitar es volver a la vida tras estar muerto.
Algo falla aquí. Yo no estoy dispuesto a aceptar excepciones.
O bien es un problema semántico y las palabras están mal escogidas o bien hay que entender que si alguien vuelve a la vida es porque no estaba muerto.

Si todo es por causa de un vacío lógico me opongo.
Después de la muerte no puede haber vida.
Que resucite el que quiera.
Pero que no lo llamen vivir. Que lo llamen morir despacio.