Cuando desperté, después de un sueño intranquilo, me encontré sobre mi cama convertido en un monstruoso aficionado de la Sociedad Deportiva Huesca.
Tenía recuerdos del Alcoraz, casi en blanco y negro. Sí, el mismo campo cómodo y coqueto de hoy en día fue en su momento antiguo. Yo envejezco y él rejuvenece. Me lo expliquen.
Me vienen fogonazos: Garde en la portería, Omiste, Chente, Petón... Recuerdo celebrar la salvación del posible descenso a Segunda B en el viejo Atocha. Recuerdo un fiestón universitario en el mismo césped el jueves y el partido para evitar el descenso ¡de 3ª División! tres días después. Ganamos, a pesar del estado del terreno de juego (el caballo de Atila, un aficionado a nuestro lado).
Tengo un pálpito. Hoy ascendemos. Desayuno dos veces por si acaso.
Para añadir dramatismo al asunto, juego esa mañana el primer partido de paddle de mi vida. Descubro que tengo estilo y bastante potencial. Creo que saqué una bola de los límites de la provincia. En eso consiste ¿no?
En un alarde innecesario se me enganchó la rodilla y vi pasar mi vida deportiva por delante de mis ojos: mi primer (y último) gol de cabeza, mi gol desde el mediocampo, aquella vez que casi metí una canasta o algún golpe bullet time de bádminton, matrix style. Pero tranquilos, estoy bien, fue sólo un susto. Una extraña carambola del destino lo de la rodilla.
La crónica sólo se sostendrá si acierto a describir el calor terrible que hacía en la ciudad de Huesconsin, leal e invicta.
No lo expongo como un atenuante de la cerveza que fue ingerida (que también). Pero hacía tiempo que no pegaba así el sol. Un bochorno seco, demoledor, aroma de gesta, de batalla polvorienta. Cuando llame gladiadores a nuestros muchachos sabed que no exagero.
Los aledaños del estadio eran un hervidero (literal) de oscenses locos. Había que ganarle al Huracán de Valencia. Por eso el clima desértico y la calmiza era otro buen presagio.
Mis amigos estaban en la tribuna, a la sombra (¡nenazas!). Pero con mi compadre, el Sr.Epp, nos situamos en el fondo sur. Allí apreciamos de forma inequívoca los dos penaltis que nos escamoteó el trencilla, que era un roedor sin gracia que pitaba con brío las acciones en la línea divisoria, pero se introducía el silbato en los papos, como un hámster, cuando el juego se trasladaba al área de castigo visitante.
El juego transcurrió de forma... bueno, dejémoslo en que el juego transcurrió. Había mucha tensión y al equipo local le costó entrar en calor. Y eso que caía a peso un sol de justicia. Y eso que el 6 y el 4 (la cara de tu retrato) del Huracán calentaban también de lo lindo.
Uno de ellos, impulsivo e infantil, nos dedicó un gesto de exhibición de sus atributos masculinos, agarrándolos con su mano derecha. Gesto chulesco de mandril que no nos amedrentó. Le dijimos cosas. Hasta aquí puedo leer.
El 0-0 nos valía para lograr el ascenso a Segunda. Había que ser prudente y, con el paso de los minutos, comenzar un asedio controlado que empezó a germinar en el minuto 55º. Estupenda combinación de nuestros muchachos, balón abierto a la banda, galopada del lateral Morillas, que acaba centrando al área como mandan los cánones para que Tyronne se anticipe y rompa el celofán del partido.
Minutos después, Morillas dio otro estupendo pase que dejó a Mainz frente al portero. Definió con sangre granizada, llevó el 2-0 al electrónico e hizo que la euforia prendiera en la grada como una cerilla entre la hojarasca seca.
Poco tiempo después nos llegó la sombra y se acabó la cerveza. Acontecimientos antagónicos que se solaparon en el tiempo como agentes de un equilibrio cósmico desconocido e inescrutable.
El espíquer se esforzó en recordarle a la chavalada que no había que invadir el terreno de juego. Como se puede imaginar, el efecto fue exactamente el contrario.
Las celebraciones duraron lo que tenían que durar. Donde se está bien, buen rato.
No hubo cánticos extravagantes como el "Fluvi muérete" del último ascenso.
Acaso el conocido: "Qué miedo me da, qué miedo me da, ser del Zaragoza y venir al Alcoraz". El año que viene habrá derby aragonés. El acabose.
La conclusión a volapié es que fútbol hay mucho, pero ¿y el calor que pasamos ayer? ¿eh? ¿y lo que nos reímos? De estas tardes nunca hay suficientes.
¡Viva el Huesca, copón! Orgullo y espejo de la Capital Mundial.
Bonus track: Love in an elevator (Aerosmith)