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Muchos años ha durado esa leyenda urbana que dice que Paul McCartney murió el 9 de noviembre de 1966, en el cruce de Abbey Road con Belsize Road. Por lo visto habían estado dándole al alpiste con los Rolling Stones en casa de Paul y decidieron irse todos al chalé de Keith Richards porque tenía el Dicciopinta. De camino, el legendario bajista del conjunto The Beatles perdió el control de su Aston Martin y se hizo cottage pie contra un muro. Es muy probable que esta sea la primera vez en 30 años que alguien llama "conjunto" a los Beatles, pero en la Academia de Chimpancés estamos comprometidos con la recuperación de los términos ancestrales que dan lustre al lenguaje del rocanrol.
El manager, Brian Epstein, urdió una estratagema digna del mejor vodevil. Sustituir a Paul por el ganador de su concurso de dobles, el canadiense Billy Shears. Que luego, muchos años después, tras morir éste en un accidente con una licuadora, fue sustituido a su vez por una señora mayor.
Lo cierto es que desde ese instante toda la obra de los ilustres yeyés se llenó de referencias fúnebres, mensajes subliminales y enrevesadas pistas. ¿Era cierta la muerte de Paul McCartney? ¿Estaban jugando con nosotros o era su sentimiento de culpa el que se manifestaba de forma inconsciente?
Lo explico rápido, que no tenéis todo el día.
Aquí va la pura verdad sobre el McCart-gate (no todos los nombres de escándalo pueden molar, hay que resignarse)
Es sabido que en el año 1961 abandonó la banda Stuart Sutcliffe. Lo que el gran público ignora es que un año después murió Pete Best, el batería. Entonces fue sustituido por Ringo Starr, pero el primer día de ensayo no gustó a John ni a Paul que decidieron echarlo. George se quejó, pero le dijeron que allí se votaban las cosas, que eran dos contra uno y que si se había vuelto comunista o algo. Entonces George propuso que Ringo pasara a ocupar la identidad de Pete Best, y Stuart retornara a la banda como batería con el nombre de Ringo. Para ello Stuart tenía que fingir su muerte. Para no llevarle la contraria a George le dijeron que sí, que vale. Y a Stuart Sutcliffe no le pareció mal, así se libraba de una novia loca.
Meses después murió John Lennon de una sobredosis, apenas una semana después de la presentación americana de los Beatles en el Show de Ed Sullivan.
Epstein les convence de que ese no puede ser el final de la banda. Necesitan un sustituto carismático para John Lennon, y se les ocurre que Paul McCartney es el más adecuado. ¿Pero quién haría de Paul? Surge el nombre de George Harrison y gana la votación por los pelos. Stuart, harto de la batería, exige volver a la guitarra y se pide George. Pero ahora tenían que buscar a alguien para hacer de Ringo. Se les enciende la bombilla y llaman a Ringo. Le convencen, pero ahora necesitan a otro que haga de Pete Best. Así que Brian Epstein se ofrece a regañadientes para ocupar su lugar, aunque antes les avisa de que se niega a hacer vida marital si no le cambian a su nueva esposa por otra. Coincide que en aquel momento la CIA le está buscando una nueva identidad a Marilyn Monroe. Fingen su muerte y organizan el asunto. Cuando el nuevo Pete Best (antiguo Epstein) se entera se echa a llorar y abraza a todo el mundo.
Todo transcurre tranquilo hasta que en el fatídico accidente de Abbey Road muere Paul (es decir, George). Inmersos como estaban en aquella espiral de suplantaciones sin fin, deciden que Stuart sea Paul. Lo que hace que Ringo se convierta en George.
Para el hueco de Ringo llaman al Best (o sea Epstein), pero dice que ni hablar. Entonces buscan un doble de Ringo pero como no lo encuentran les entran los nervios y contratan a Mike Lawrence, un estupendo batería que sólo tiene una pega: es negro. Se convencen de que si se dejan barba y se mueven mucho nadie lo notará. Y así sucede.
Recapitulemos: en ese momento de 1966 John era Paul, Paul era Stuart, George era Ringo y Ringo era Mike. Todo funcionó bien un tiempo hasta que aparece Yoko Ono, que en realidad es la nueva identidad de Astrid Kirschherr tras un mal viaje de ácido. Empiezan las tiranteces y los Beatles se separan.
Luego llegará la trágica muerte de John Lennon (a.k.a. Paul), tiroteado por un tío absurdo como todo el mundo sabe. Es entonces, ¡y sólo entonces! cuando el verdadero Paul McCartney muere.
La muerte de George Harrison en el año 2001 (35 años después de la auténtica) se lleva al último Beatle vivo: Ringo Starr.
Espero que haya quedado claro. Si no habéis entendido algo preguntad. O mejor, inventáoslo.