(Septiembre. Año 2034. Un grupo de ancianos sentados en su banco observa a los niños en la vuelta al cole)
- Bendita juventud. Los años de colegio fueron años felices. Recuerdo a la señorita Remedios, con su voz de pito, su falda-pantalón para hacer gimnasia, su melancolía navideña. En clase estábamos 84 alumnos y nos llevábamos más o menos bien, aunque nunca llegué a conocerlos a todos.
- Eso está muy bien, pero en mi colegio había 100 alumnos por clase. Y mis compis eran tan divertidos que gastaban 5´4 bromas pesadas por alumno y mes. Una estadística estupenda, la verdad, si no fuera porque todas me las gastaban a mí.
- Eso no es nada, en mi colegio estaban prohibidas las bromas. Y si te reías te daban 40 latigazos.
- Bah, vuestros colegios públicos eran demasiado blandengues. El internado privado al que me mandaron mis humildes padres costaba 5 millones de pesetas al mes y nos hacían dormir en una piscina de biblias. Si cometías una falta de ortografía te dejaban sin comer a ti y a toda tu clase.
- Ay, la educación de antes era mejor, más estricta.
- Sobre todo se respetaba la figura del profesor. Entre los alumnos de mi clase le construimos un mausoleo en granito de 20 metros de altura que nos entretuvo los 8 años de EGB. Murieron docenas de chavales durante la obra. Fueron enterrados allí mismo. Eso era respeto.
- Si es que se han perdido los hábitos de trabajo. Aprenderse al dedillo todos los ríos y los afluentes del mundo es lo mínimo para un niño de 10 años. Y sin quejarse.
- En mi colegio, si te quejabas te obligaban a dar tres vueltas al patio. Lástima que el patio fuera una ciénaga infestada de serpientes venenosas.
- Y eso si no te castigaban a escribir. Yo copié la Espasa-Calpe dos veces. Hice más muñeca en la infancia que en la adolescencia.
- Menudo chollo. Cuando yo estudiaba, si no aprobabas te abandonaban en medio del bosque, como a Pulgarcito.
- Yo tenía un profesor que comía carne humana.
- Eh, yo también. ¿Don Ramón?
- No, el mío se llamaba ¿Don Emilio?
- Ya habría sido coincidencia...
- En mi colegio el recreo duraba 30 segundos. Casi todos los partidillos acababan 0-0.
- Pues yo fui el único alumno de mi colegio, y tenía que hacer todos los personajes y los bailes en la función de fin de curso.
- En mi colegio sólo encendían la calefacción en verano.
- De verdad, la infancia fue una época tan feliz...
- Aprendimos lo que es la la vida. No como esos niñatos mierdas de ahora que estudian una hora a la semana, se hacen porros de estramonio con los libros de texto y a lo mejor se ponen todos de acuerdo y van a clase con un tampón empapado en vodka metido en el culo.
- Eso con suerte.
- Indignante.
- O peor.
- Vamos a la deriva.